La pasión por el conocimiento

Teoría

 

ORIGEN Y LÍMITES DEL CONOCIMIENTO
Los intereses de los pensadores antiguos y medievales, muy relacionados con el ambiente mediterráneo en el que vivieron sus máximos exponentes, dieron paso, en la Modernidad, a una preocupación primordial por el tema del conocimiento. Serán filósofos del norte de Europa (Gran Bretaña, Países Bajos, Francia, Alemania…) quienes protagonizarán un debate no ya sobre qué es y qué hay en la realidad, sino sobre qué podemos conocer y por qué medios.
Hay varios factores que influyeron decisivamente en el origen y desarrollo de ese debate:
  • en 1492, los europeos descubren el Nuevo Mundo y, con ello, una gran cantidad de nuevas especies animales y vegetales que dejan obsoletos los catálogos que ya se creían completos;
  • ascenso de la burguesía, una nueva clase social de artesanos y comerciantes que ayudan al desarrollo de nuevas tecnologías militares, de navegación y comunicaciones que, a su vez, favorecen el comercio, la proliferación de sociedades científicas y universidades laicas y, en definitiva, lo que se dará en llamar la Revolución Científica;
  • la mezcla de creencias religiosas propias del Renacimiento (neoplatonismo, pitagorismo, hermetismo, magia natural, alquimia…) junto con la disolución del poder de la Iglesia católica (luteranismo, calvinismo, anglicanismo, protestantes alemanes) desemboca en la Guerra de los 30 años;
  • la descomposición del paradigma aristotélico del funcionamiento físico del mundo, personificada en Nicolás Copérnico.
Las dos posiciones que se enfrentan son:

 

EMPIRISMO
Todas las ideas verdaderas que tenemos son representaciones, copias imperfectas de lo que percibimos por medio de los sentidos. Nuestro conocimiento consiste en la combinación que hace nuestro entendimiento de esas ideas.
No tenemos ideas innatas. Nacemos como una página en blanco o tabula rasa, que solo se va llenando con nuestras experiencias.
La inducción es el único método que nos permite obtener conocimiento de lo que vaya a ocurrir en el futuro, aunque siempre sea solo de forma probable, estadística.
RACIONALISMO
Solo podemos estar seguros de la veracidad de nuestras ideas innatas, pues aquellas que provienen de los sentidos son indemostrables, dudosas, confusas, cambiantes…
La razón nos permite combinar de forma lógico-matemática nuestras ideas para avanzar en el conocimiento de la verdad hasta poder conocerlo absolutamente todo con certeza.
La deducción es el método que utiliza nuestra propia razón y el único que nos permite alcanzar verdades incontrovertibles.
Empiristas Racionalistas
Francis Bacon (1561-1626)

Francis Bacon fue un filósofo y político inglés que luchó contra el método de conocimiento aristotélico y escolástico, oponiéndole un método basado en la experiencia. Por ello se le reconoce como el primer gran representante del empirismo.

Para Bacon, el conocimiento válido solo puede obtenerse mediante el razonamiento inductivo (sacando de las observaciones particulares, principios explicativos generales).

No obstante, llama la atención sobre una serie de prejuicios que pueden impedir que lleguemos al conocimiento: los ídolos de la tribu (ilusiones propias de la especie humana), los ídolos de la caverna (prejuicios instaurados por la educación), los ídolos del mercado (equívocos en el uso del lenguaje) y los ídolos del teatro (prejuicios defendidos por falsas filosofías).

Bacon defiende que el conocimiento no es estimable por sí mismo, sino porque proporciona poder.

René Descartes (1596-1650)

Descartes es considerado el padre de la Modernidad porque fue el primero en dar respuesta sistemática a la carencia de método de conocimiento del Renacimiento.

El método que propone Descartes es el de la propia razón que, según él, opera de forma matemática.

Descartes defiende que, utilizando nuestra propia razón, podemos alcanzar un conocimiento absolutamente verdadero y con certeza sobre cualquier cosa.

Según Descartes, tenemos ideas innatas de las cuales podemos deducir, como si de un problema matemático se tratase, el resto de verdades del universo.

Para Descartes solo existen aquellas características de las cosas que se pueden matematizar (propiedades primarias de los objetos), ya que las otras son dudosas, al depender del sujeto que las contemple (propiedades secundarias de los objetos).

Galileo Galilei
Galileo Galilei (1564-1642) elabora la primera gran síntesis entre el empirismo experimental baconiano y el racionalismo axiomático-deductivo cartesiano en el marco de la Revolución científica, porque a las observaciones con el telescopio y a los experimentos sobre el movimiento les añade experimentos mentales y generalizaciones abstractas que no puede ejemplificar empíricamente y de las que deduce leyes. Por ejemplo, su noción de movimiento inercial circular es una abstracción que incluye elementos del modelo cósmico aristotélico (prejuicio de la perfección del movimiento circular). No obstante, su condena en 1633 por parte de la Iglesia católica le obliga a abandonar su trabajo especulativo/deductivo, aunque continua su labor como físico-matemático experimental. Finalmente sería Isaac Newton (1643-1727) quien conseguiría sintetizar ambas corrientes en cuanto a la metodología de la ciencia se refiere. Más tarde Immanuel Kant (1724-1804) lo haría en el campo de la filosofía.
John Locke (1632-1704)

Locke fue un filósofo y político que es considerado el padre del empirismo inglés porque es el primero que rechaza que los seres humanos tengamos ideas innatas. Según Locke, la mente humana es, cuando nacemos, como un papel en blanco, una tabula rasa sobre la que se van escribiendo los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia.

Locke distingue entre ideas simples (las que se refieren a las impresiones que recogen nuestros sentidos) e ideas complejas (la combinación de ideas simples que forma un concepto empírico).

Desde un punto de vista político, Locke es considerado el padre del liberalismo clásico, pues defiende que los seres humanos nacemos con tres derechos naturales: a la vida, a la libertad y a la propiedad privada. La labor del Estado sería la de reconocer y proteger tales derechos.

Locke defiende la separación de poderes del Estado, la libertad de expresión y la tolerancia de todas las creencias y opiniones como elementos clave para preservar la paz.

Thomas Hobbes (1588-1679)

Hobbes es el padre de la ciencia política, porque es el primero (siguiendo los pasos de Nicolás Maquiavelo) que hace un estudio sistemático sobre las relaciones de poder y la justificación racional de los Estados.

Hobbes tiene una visión mecanicista del ser humano, del que estudia su comportamiento y lo sistematiza como si de cualquier otro proceso físico se tratara.

A pesar de que defiende que todos los hechos siguen una cadena causal mecánica, entiende que el ser humano es libre en la medida en que su voluntad no encuentre ningún obstáculo para realizarse.

Como justificación del poder estatal, Hobbes es el creador del contractualismo: la postulación de un estado de naturaleza, prepolítico, en el que las condiciones del ser humano son tan precarias que justificaría la construcción de un Estado.

Para Hobbes, un Estado tiene como principal objetivo garantizar la paz entre sus habitantes. Pero, para ello, es necesario dar todo el poder a un único gobernante.

David Hume (1711-1776)

Hume es el empirista más puro y radical, pues lleva a sus máximas consecuencias la idea de que todo conocimiento proviene de la experiencia, lo que conduce al escepticismo sobre la existencia del mundo externo a nuestras impresiones, del alma y de Dios.

Respecto a la ética, Hume rechaza que las nociones morales sean conocimientos que podamos adquirir de manera racional. Para él, el bien y el mal son ideas provenientes de la imaginación, provocadas por el sentimiento.

Baruch Spinoza (1632-1677)

Spinoza lleva el racionalismo cartesiano a su máxima expresión, sosteniendo que en el mundo solo hay una sucesión de causas mecánicas que, en su conjunto, se pueden identificar con Dios o la Naturaleza.

Según Spinoza, la razón debe servirnos para darnos cuenta del orden inflexible del universo y, con esa comprensión, alcanzaremos la libertad y la felicidad.

El racionalismo spinozista se enfrentó a las luchas de poder religioso y político de su época.

George Berkeley (1685-1753)

Berkeley fue un filósofo irlandés que mezcla el empirismo con el idealismo. Él defiende que no existe lo material y solo dos cosas inmateriales hay en el universo: mentes e ideas. Las mentes son simples y activas, pues producen y perciben ideas. Por su parte, las ideas son pasivas, pues se limitan a ser producidas y percibidas por las mentes.

Así, para Berkeley, que algo sea, significa que es percibido (esse est percipi), es decir, que no hay nada que sea independiente o externo a la mente que, por ejemplo, cause nuestras experiencias. No obstante, eso no quiere decir que si nadie está actualmente percibiendo algo, esa cosa no existe, ya que absolutamente todo está siempre siendo percibido por Dios.

Gottfried W. Leibniz (1646-1716)

Leibniz fue un filósofo, matemático y político alemán que defiende que todo lo que existe lo hace por alguna razón, dado que, si no la hubiera, sería más simple y sencillo que no existiera. Esa idea le lleva a postular que, a pesar de todo, vivimos en el mejor de los mundos posibles. De hecho considera que Dios es un mero ordenador eficiente de los elementos que le preexisten lógicamente.

Para Leibniz, lo único que existe son mónadas, esto es, substancias eternas, inmateriales, simples, completamente independientes unas de otras, cada una con sus propios planes de acción predeterminados y que reflejan, cada una de ellas, todo el universo. Las mónadas pueden percibir cosas claras u oscuras, pero solo una mónada humana tendría la capacidad de ser conscientes de sí mismas.

 

EL IRRACIONALISMO
En el siglo XVIII, el debate por la naturaleza y límites del conocimiento entre empiristas y racionalistas cristalizó en lo que se conoce como Ilustración (Lumières, en francés; Enlightenment, en inglés; Illuminismo, en italiano; Aufklärung, en alemán), que fue un movimiento intelectual que pretendía poner en práctica tales ideas en la vida sociocultural y política de los diferentes países europeos. De hecho, durante la Ilustración tuvieron lugar las revoluciones políticas que sentaron las bases de las democracias modernas: la Revolución inglesa (1688), la Revolución estadounidense (1775-1783) y la Revolución francesa (1789-1799).
Los principios de la Ilustración eran los siguientes:
  • Confianza plena en la razón y la ciencia como motores del progreso y bienestar humanos, tanto material como moral.
  • Actitud crítica y escéptica como principios metodológicos del conocimiento.
  • Rechazo de todo dogma religioso o explicación oscura metafísica del comportamiento humano y del universo.
  • Defensa de la democracia, la libertad individual, la libertad de expresión y la tolerancia.
Jean-Jacques Rousseau
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue uno de los máximos representantes de la Ilustración francesa, pero no estaba de acuerdo con todos sus postulados. Para Rousseau, la razón humana no puede explicarlo todo, y menos las cosas más importantes, esto es, las relacionadas con los sentimientos, la religión y la moral. Sobre esas cuestiones, según Rousseau, es mejor hacer caso de los impulsos naturales de los seres humanos. Por eso se dice que su pensamiento es el origen del irracionalismo, una corriente filosófica del siglo XIX con importantes repercusiones en el siglo XX.

 

EL CRITICISMO KANTIANO
Immanuel Kant
El pensamiento de Immanuel Kant (1724-1804) supuso la síntesis e integración de las corrientes empirista, racionalista e irracionalista, tanto en la teoría del conocimiento como en la ética. Kant defendió que no es posible conocer nada sin los datos que nos proporcionan nuestros sentidos, pero tampoco sin una serie de herramientas o esquemas innatos que nos ayudan a interpretar o dar forma a tales datos. Además, criticó las teorías éticas anteriores por basarse en la materialidad cambiante del mundo y creó una nueva, universal y necesaria, basada en la razón y la autonomía de la voluntad.

 

Práctica

 

Investigación

 

Pasos para escribir un artículo filosófico (III)
4. ¿Cómo escribir la Introducción?
La Introducción es el esqueleto de un artículo filosófico, porque es donde se expresa de la forma más clara y precisa su estructura. Por eso, es la primera tarea que se debe abordar en la redacción de un artículo. No obstante, la primera formulación que hagamos de la Introducción es normal que sufra variaciones en función de las dificultades que se vayan presentando según avanza la investigación y su redacción. De hecho, lo más rápido y eficiente es no prestar atención a la corrección sintáctica en las primeras versiones de la Introducción, sino concentrarse en la estructura y el orden lógico.
En la Introducción hay que dejar claros los siguientes aspectos del artículo:
  • El contexto, la relevancia y la justificación:
    • Debemos justificar por qué es importante o interesante plantearse el tema elegido, qué podemos conseguir con ello. La relevancia puede ser histórica, como averiguar el sentido que le da determinado autor a un concepto concreto, o respecto a la actualidad, porque sea un tema que tenga repercusiones hoy en día… También puede ser relevante porque abra otros problemas, porque influya en determinadas personas, etc.
  • El estado de la cuestión:
    • Debemos hacer referencia a los autores que tienen una opinión importante, interesante, relevante, influyente sobre el tema, diciendo brevemente en qué consiste esa opinión.
      • Este punto supone ya cierto manejo de las fuentes primarias, por lo que es normal que sufra modificaciones.
      • En los artículos de las revistas más prestigiosas, el estado de la cuestión se refiere a las más recientes investigaciones que se han hecho sobre ese tema hasta la actualidad.
  • La concreción del tema:
    • Debe tener la forma de problema, cuestión o pregunta, es decir, como algo que tiene que ser resuelto o contestado.
      • Esa formulación tiene que plasmar los verdaderos intereses personales del autor, algo que realmente le inquiete, sobre lo que sienta una profunda y genuina curiosidad, transformando el tema elegido a su conveniencia, aunque sin salirse completamente de él.
    • Tiene que ser redactado de la forma más clara posible. Con ello no solo conseguimos que nuestros lectores lo comprendan, sino que también nos sirve a nosotros a modo de camino del que no debemos desviarnos en nuestra investigación.
    • Los conceptos que utilicemos en su redacción deben de ser precisos para no dar lugar a vaguedades o ambigüedades.
    • Además debemos expresarlo de forma concisa, con un par de frases, más o menos.
      • Hay que tener en cuenta que la mera formulación del tema puede ser la clave del avance en esa materia. El primer paso para solucionar los problemas puede ser plantearlos de manera diferente, cambiar su enfoque.
  • El objetivo:
      • Se debe expresar de la manera más clara y concisa posible cuál es la respuesta o solución que vamos a dar al tema propuesto, es decir, nuestra tesis. Por ejemplo, si el tema es la clarificación de un concepto, en este punto debemos decir que en este artículo se va a defender que tal concepto significa realmente tal cosa, al contrario de lo que opina tal o cual autor o al igual que lo que opina tal otro. Si el tema es una confrontación entre varios autores, aquí hay que tomar partido por uno de ellos o por ninguno. El caso es que hay que expresar la posición propia.
      • A medida que vamos investigando, puede que nos demos cuenta de que nuestra tesis inicial es incorrecta. En ese caso se puede bien modificar la tesis y argumentar en el desarrollo del artículo por qué no es correcta, bien mantenerla como tentativa y reflejar su incorrección en la conclusión a la vista de los argumentos analizados.
        • Hay que tener en cuenta que un artículo filosófico se escribe para llegar a una verdad lo más objetiva posible, no para demostrar que tenemos razón.
  • La metodología:
    • Aquí hay que explicar todo lo que se va a hacer para cumplir el objetivo: el sistema de pensamiento del que se va a partir (por ejemplo, desde el Materialismo filosófico), las bases teóricas y conceptuales que se utilizarán (cómo se va a entender tal o cual concepto, desde la interpretación de qué autor…), qué autores y textos se van a analizar, qué argumentos se van a confrontar, etc.
    • En este punto hay que explicitar el esquema o estructura de la argumentación que se va a seguir en el artículo, que coincidirá, más o menos, con el número de apartados de los que constará.
      • Por ejemplo, si el tema elegido es El ser humano en Platón y la concreción que le damos es ¿Es satisfactoria la subsunción platónica de la complejidad del ser humano en la noción de alma?, el guion podría ser:
        1. ¿Qué entendemos hoy en día por ser humano?
        2. ¿Qué es el ser humano para Platón?
        3. ¿Qué es el alma para Platón?
        4. ¿Qué tipos o partes de alma hay, según Platón?
          1. El alma racional
          2. El alma irascible
          3. El alma concupiscible
        5. ¿Cómo cada tipo de alma platónica da explicación de cada una de las características del ser humano?
        6. ¿Es completa la explicación platónica del ser humano?
        7. ¿Es satisfactoria la explicación platónica del ser humano?
      • La redacción de este punto no debe ser esquemática, sino que hay que redactar la sucesión de pasos que se van a seguir en el artículo.

 


1. Haga uso de las fuentes consultadas para comenzar a escribir la Introducción.

 

5. Del borrador de la Introducción a la conferencia filosófica
Los primeros borradores de la Introducción sirven de marco para una breve comunicación o conferencia ante la comunidad filosófica. Esta contribuye con sus apreciaciones y opiniones a la mejora del artículo, señalando incorrecciones, inconsistencias, nueva bibliografía, etc.

 


1. Prepare, a partir de sus primeros borradores de la Introducción, una comunicación de entre 3 a 5 minutos que deberá presentar a los miembros de la revista a la que enviará su artículo.

 

Rúbrica para calificar la comunicación de un artículo filosófico
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Bibliografía

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Examen