El desencantamiento del mundo
Teoría
DETERMINISMO E INDETERMINISMO
El problema del libre albedrío fue uno de los temas principales de la Modernidad principalmente por dos razones. La primera es la idea de que si llegamos a la conclusión de que no existe el libre albedrío, entonces no habría ninguna razón para actuar moralmente ni, por lo tanto, para ser premiados o castigados por nuestras acciones (cuestión que también se había abordado en la Edad Media respecto a la omnisciencia y omnipotencia de Dios). La segunda es la idea de que, en la naturaleza, todo parece ser consecuencia o efecto de una o varias causas previas, por lo que no parece razonable que haya unos seres, nosotros, que escapemos a ese orden universal. No obstante, la mayoría de los filósofos estaban de acuerdo en que:
- El libre albedrío tiene dos aspectos:
- La libertad de haber hecho otra cosa que la que hacemos. Es decir, ¿podríamos haber hecho otra cosa que la que hicimos? La respuesta es sí si hay varias posibilidades para elegir.
- La libertad de determinar lo que queremos hacer. Es decir, ¿podemos elegir libremente lo que queremos hacer? La respuesta es sí si somos completamente dueños de nuestras decisiones.
- Una buena definición del libre albedrío tiene que incluir la idea de que un ser libre es moralmente responsable de sus acciones, por lo que es justo premiarle o castigarle por ellas.
COMPATIBILISMO E INCOMPATIBILISMO
El compatibilismo es la idea según la cual es posible que el universo esté completamente determinado y, a la vez, los seres humanos tengamos libre albedrío. Es decir, que el determinismo y el libre albedrío son compatibles. El incompatibilismo niega esa posibilidad.
El compatibilismo clásico está representado por autores como René Descartes, quien defiende que el libre albedrío “consiste solamente en poder hacer o no hacer una cosa (es decir, afirmar o negar, seguir o rehuir) o, mejor dicho, en actuar de tal manera con respecto a lo que nos propone el intelecto para afirmar o negar, seguir o rehuir, que no sintamos ser determinados a ello por ninguna fuerza externa” (Meditaciones metafísicas, cuarta meditación). Es decir, el libre albedrío se entiende como libertad de acción. Para Descartes somos libres siempre que nada nos impida hacer lo que queremos.
Thomas Hobbes, en su Leviatán, se expresa de manera parecida cuando define el libre albedrío como la ausencia de “impedimentos externos del movimiento”.
Por su parte, David Hume define la libertad como “una potencia de actuar o de no actuar, de acuerdo con la determinación de la voluntad” en su obra Investigación sobre el entendimiento humano. En definitiva, la libertad de acción sería la capacidad de un agente de hacer lo que quiere sin impedimento alguno.
La respuesta de los incompatibilistas al compatibilismo clásico se basa en subrayar el hecho de que comúnmente no se entiende el libre albedrío como mera libertad de acción (libertad negativa), sino que la mayoría de nosotros vinculamos la noción de libre albedrío con la libertad de nuestra voluntad (libertad positiva) para elegir tal o cual curso de acción. Con ese punto de partida, los incompatibilistas desarrollaron su propio argumento clásico (el argumento clásico incompatibilista), también llamado de las posibilidades alternativas o del jardín de senderos que se bifurcan:
- Si una persona actúa por voluntad propia, es decir, tiene libre albedrío, entonces podría haber actuado de un modo diferente a como actuó.
- Si el determinismo es verdadero, no podríamos actuar de una manera distinta a como, de hecho, actuamos.
- Por lo tanto, si el determinismo es cierto, nadie actúa por su propia voluntad (nadie tiene libre albedrío).
Los compatibilistas han respondido a este argumento criticando la definición de determinismo en la que se basa. Para los compatibilistas, el determinismo no supone que haya una sola línea de acción posible, ya que de un conjunto complejo de causas pueden surgir efectos diferentes. De hecho, defienden, eso es lo que ocurre cuando ejercemos nuestro libre albedrío: elegir entre las distintas posibilidades de acción. Ese es el argumento de la condición de autoría, según el cual nuestras acciones son libres en la medida en que son efecto de nuestras decisiones conscientes.
El argumento compatibilista de la condición de autoría es contestado por el argumento incompatibilista de la fuente:
- Una persona actúa por su propia voluntad solo si ella es la fuente (causa) primera de su acción.
- Si el determinismo es verdadero, nadie es la causa primera de sus acciones.
- Por lo tanto, si el determinismo es cierto, nadie actúa por su propia voluntad.
La disputa entre compatibilistas e incompatibilistas se centra en la verdad de la primera premisa de este argumento. Afirmar que una persona actúa por su propia voluntad solo si ella es el origen primero de sus acciones quiere decir que no se puede rastrear explicación causal alguna previa a la voluntad del autor de la acción, lo cual supone negar el determinismo. No obstante, los compatibilistas pueden contraargumentar que no hace falta que el origen primero de nuestra acción sea nuestra voluntad, sino que esta tenga un papel causal relevante, catalizador de la acción.
Contra ese último argumento se posiciona Baruch Spinoza al afirmar en su Ética demostrada según el orden geométrico que “los hombres se creen libres porque son conscientes de sus voluntades y deseos, pero ignoran las causas que les conducen a tener esos deseos”. Spinoza da aquí a entender que el orden causal que rige nuestros deseos y nuestra voluntad es determinista. Es decir, no niega que haya libre albedrío por la gran cantidad de condicionantes externos que nos impide hacer aquello que deseamos, sino porque nuestra voluntad no es libre de desear lo que quiera o, dicho de otra manera, no somos dueños de nuestra voluntad.
Práctica
Investigación
Pasos para escribir un artículo filosófico (I)
1. ¿Cómo elegir el tema?
Tipos de temas
Para elegir un tema adecuado, hay que decidir si se prefiere investigar sobre un tema abierto y general, uno cerrado y concreto o uno de contraste entre varias posiciones.
Tema abierto y general:
Se trata de temas como La felicidad o El conocimiento humano, en el que prima el enfoque personal o ideas previas de cada autor, pues este tiene libertad para elegir las fuentes que le permitan desarrollar su propio pensamiento. Esta clase de temas tiene, principalmente, dos tipos de dificultades. En primer lugar, dar con un punto de vista personal y original sobre ellos. Por eso es muy común que el enfoque vaya cambiando o afinando según se vaya avanzando en el proceso de investigación y reflexión. En segundo lugar, la selección de fuentes relevantes para el enfoque que se le dé. Eso requiere de un gran conocimiento de todas las fuentes disponibles. Por otra parte, la selección de las fuentes tiene que estar justificada. Por ejemplo, no sería razonable tratar el problema del cambio climático buscando fuentes de la Edad Media, pues no es un tema que se tratase en aquella época.
Tema cerrado y concreto:
Son temas como La justicia en la República de Platón o La vía de la verdad en el poema de Parménides, que se centran en unos autores u obras concretas. Por eso es muy importante conocer en profundidad los argumentos involucrados en ellos. Esta clase de temas tiene, principalmente, dos tipos de dificultades. La primera consiste en formular con precisión la pregunta o cuestión que se va a tratar. Esta tiene que ser muy concreta para poder ordenar en torno a ella toda la estructura argumental. Si resulta demasiado amplia o vaga, será imposible avanzar una tesis y apoyarla de forma eficaz con nuestros argumentos. La segunda consiste en contextualizar suficientemente el origen y los filósofos involucrados en el tema. Por ejemplo, si el tema es La justicia en la República de Platón, habría que explicar el contexto sociopolítico en el que Platón escribió esa obra y qué es lo que pretendía con ella.
Tema de contraste entre varias posiciones:
Son temas como El problema del movimiento en Heráclito y Parménides o Las normas sociales para Sócrates y los sofistas. Es decir, son temas en los que se confrontan las posiciones de dos o más filósofos o corrientes filosóficas. Esta clase de temas requiere del conocimiento preciso de los argumentos de cada una de las partes, así como sus puntos fuertes y débiles, para valorarlos con objetividad y poder luego proponer un veredicto justo.
La emergencia del tema
Una vez que tenemos claro el tipo de tema que queremos abordar hay que pensar en los autores o corrientes del pensamiento que nos resultan más atractivos, los que mejor entendemos, aquellos con los que estamos más de acuerdo y con los que menos, etc., teniendo siempre como horizonte la idea de hacer un artículo sobre ellos. En este punto, lo mejor es ir a lo más cercano, sencillo, entendible y fácil para nosotros, puesto que la complejidad la encontraremos inevitablemente según profundicemos en la investigación.
La concreción del tema está imbricada o superpuesta a la selección de las fuentes. Si nos interesa, por ejemplo, la figura de Platón, lo primero es conocer algo más de él a través de vídeos, documentales, manuales de divulgación o enciclopedias, que nos proporcionarán puntos de vista y temas más específicos que quizá no conocíamos. De esa manera veremos cómo el tema que realmente nos interesa emerge de entre todos los demás.
Posibles temas para el artículo de la tercera evaluación
Antropología
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Teoría del conocimiento
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Ética o moral
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Metafísica u ontología
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Sociedad o política
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La elección del tema del artículo es clave. Se debe elegir uno que le llame la atención, le atraiga por alguna razón, lo considere importante, sienta alguna curiosidad por él, que sea divertido o sobre el que se tenga una fuerte opinión previa, ya sea a favor o en contra. la elección de un tema que se considera aburrido dará lugar a falta de interés por estudiarlo y a un artículo malo.
1. Elija un tema, comuníqueselo a la revista especializada correspondiente y comience a buscar fuentes secundarias y primarias sobre él. Tenga en cuenta que cada revista solo puede admitir un número limitado de artículos.
2. ¿Cómo seleccionar las fuentes?
La selección de las fuentes debe empezar por las fuentes secundarias para luego acceder a las fuentes primarias:
- Las fuentes secundarias son los documentos, libros, artículos, etc. de autores que comentan o interpretan lo que dicen las fuentes primarias. Por ejemplo, W. K. C. Guthrie, en su obra Historia de la filosofía griega, analiza y comenta los textos de los filósofos de la Grecia antigua.
- Fuentes secundarias son enciclopedias, manuales de consulta, historias generales sobre la materia, documentales, vídeos divulgativos, etc.
- Elige las que mejor entiendas, encajen con lo que ya sabes, te sean más fáciles de manejar sin perder, con ello, rigor.
- Las fuentes primarias son el conjunto de documentos, libros, artículos, etc. de los autores que aportan su visión propia sobre un tema. Por ejemplo, en una investigación sobre la teoría de las Ideas de Platón, las fuentes primarias serían los propios textos de Platón.
Para distinguir buenas fuentes de las que no lo son es útil hacerse las siguientes preguntas:
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Autoría: ¿quién firma o se hace responsable de la información?
- Nos podemos fiar de organismos oficiales, universidades, centros de investigación, revistas especializadas, enciclopedias.
- No debemos fiarnos de sitios web sin copyright, sin autoría, comerciales, con publicidad.
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Actualización: ¿cuándo se ha creado o revisado la información?
- Una fuente fiable indica la fecha de creación o actualización de sus documentos.
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Relevancia: ¿tiene relación directa con tu investigación?
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Cobertura: ¿trata con suficiente profundidad el tema?
- Una buena fuente organiza su contenido en apartados.
- Una buena fuente presenta suficiente información en cada apartado.
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Bibliografía: ¿se basa en otras fuentes fiables?
- Una buena fuente indica las fuentes de las que se sirve y las referencia.
1. Haga un listado con las fuentes secundarias y primarias que va a consultar para escribir su artículo.
Bibliografía
- Descartes, R. & Flórez, M. C. (2011). Descartes. Madrid: Gredos.
- Hobbes, T. (1980). Leviatán o la materia de forma y poder de un república eclesiástica y civil. México: FCE.
- Hume, D. (2012). David Hume. Madrid: Gredos.
- Spinoza, B. & Domínguez, A. (2000). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Trotta.