Teoría del conocimiento

Teoría

 

¿QUÉ ES LA CIENCIA?
¿Existe la ciencia como algo unitario? ¿Son todas las ciencias iguales? ¿Deben todas compartir el mismo método? ¿Se comunican unas ciencias con otras? ¿Pueden las ciencias explicarlo absolutamente todo? ¿Describen las teorías científicas la verdadera realidad? ¿Qué son las pseudociencias?

 

CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS SEGÚN MARIO BUNGE
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EL MÉTODO HIPOTÉTICO-DEDUCTIVO

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FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
La filosofía de la ciencia trata de averiguar:
1.- Las características que distinguen a la investigación científica de otros tipos de investigación.
2.- Los procedimientos que deben seguir los científicos al investigar la naturaleza.
3.- Las condiciones que debe reunir una explicación científica para ser correcta.
4.- El tipo y fiabilidad del saber resultante de la actividad científica.

 

REALISMO E INSTRUMENTALISMO CIENTÍFICOS
Los pitagóricos (seguidores de Pitágoras de Samos) son los primeros representantes del llamado realismo científico, esto es, la consideración de que las ciencias describen el mundo externo, de modo que sus teorías y entidades teóricas se corresponden con el mecanismo y con lo que hay en la realidad. En concreto, los pitagóricos defendían que las matemáticas no son una mera herramienta racional que nos sirve para manejarnos en el mundo, sino que describe perfectamente el orden del universo. Es decir, que el mundo se compone de expresiones matemáticas.

 


Reflexione sobre este tema: las matemáticas, ¿se descubren o se inventan?

 

Platón sigue esa orientación al afirmar que la estructura profunda del universo no se presenta a simple vista, fenoménicamente, sino que lo que se nos aparece esconde la verdadera realidad: el mundo de las Ideas. Frente a esa concepción realista surge la instrumentalista, que defiende que las teorías científicas, expresadas en caracteres matemáticos o no, no describen la realidad. Los instrumentalistas defienden que las teorías científicas son herramientas explicativas y predictivas que tienen un alcance limitado y no tienen por qué corresponderse con la realidad. De hecho, sostienen que, aunque fuese así, nunca podríamos saberlo, porque no tenemos un acceso directo a la realidad, sino mediado por nuestros aparatos conceptuales con los que la interpretamos. En definitiva, según la concepción instrumentalista, la tarea de las teorías científicas consiste simplemente en tratar de explicar los fenómenos sin mantener ningún compromiso ontológico con tales explicaciones.
Desde la antigüedad se considera que el movimiento perfecto de los cuerpos celestes ha de ser el circular, pero los planetas, en especial Marte, describen a nuestros ojos una trayectoria extraña, como si, en determinado momento, retrocediesen: el movimiento de retrogradación. Esa es la razón por la que el término planeta, en griego, significa errante, sin rumbo fijo. Siglos más tarde de Platón, Claudio Ptolomeo (100-178) introduce unos sofisticados dispositivos teóricos, los epiciclos y los deferentes, para dar cuenta de ese movimiento aparentemente desordenado de los planetas.

deferente

epiciclo

Ptolomeo mantuvo una postura ambivalente respecto a estos artilugios explicativos. En su Almagesto da a entender que sus modelos matemáticos no describen el movimiento real de los planetas, sino que solo sirven para calcular mejor sus trayectorias. Es decir, mantiene una postura instrumentalista. No obstante, en una obra posterior, Hypotheses planetarum, sostiene que los epiciclos y deferentes forman parte de la estructura real del universo.
Este debate vuelve a aparecer durante la llamada Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, que supuso un gran avance en el conocimiento científico, pero sobre todo en su metodología. Al parecer, Nicolás Copérnico (1473-1543) mantuvo un compromiso realista con su modelo heliocéntrico del sistema solar, aunque el prologuista de su famoso libro De revolutionibus orbium coelestium, de 1543, el teólogo luterano Andreas Osiander (1498-1552), declarase que tal modelo era un mero artificio matemático para simplificar los cálculos del modelo ptolemaico.

 

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Galileo Galilei
Pocos años más tarde, este debate tuvo como protagonistas al cardenal jesuita Roberto Bellarmino (1542-1621) y al físico y matemático Galileo Galilei (1564-1642). El primero pidió al segundo que adoptase una posición instrumentalista acerca del heliocentrismo, máxime cuando las pruebas en que se apoyaba Galileo para ello (sus observaciones de los cráteres lunares, cuatro lunas de Júpiter, manchas solares y las fases de Venus) no eran concluyentes. Pero Galileo, quizá envalentonado por su amistad con el recién elegido papa Urbano VIII (1568-1644), rechazó tales recomendaciones y publica, en 1632, Diálogo sobre los principales sistemas del mundo, donde se burla del geocentrismo ptolemaico y defiende el heliocentrismo copernicano. Tras un proceso inquisitorial, Galileo es condenado a arresto domiciliario de por vida. No obstante no está claro si su condena estuvo realmente motivada por su heliocentrismo o por su atomismo, que contradecía el sacramento de la eucaristía.
Galileo también hizo grandes aportaciones a la metodología de la ciencia. En primer lugar, estableció un criterio de demarcación del conocimiento científico. Propuso que lo que diferencia las explicaciones científicas de otros tipos de explicaciones es que se basan en las propiedades primarias de los objetos, esto es, en aquellas características que se pueden medir cuantitativamente, como la forma, el tamaño, el peso, la velocidad, etc. frente a las cualidades secundarias, como los colores, sabores, olores, etc., que son subjetivas, solo existen en nuestra mente. Por otra parte, Galileo, partiendo del método inductivo-deductivo de Aristóteles, amplía el ámbito de la primera fase inductiva introduciendo abstracciones o experimentos mentales que le permiten entender por extrapolación cómo se comportarían los cuerpos en circunstancias ideales. Por ejemplo, su pregunta sobre cómo caerían los cuerpos libremente en el vacío es algo que no se puede responder experimentalmente en la naturaleza terrestre.

 


Principio de inercia versus teleología
La piedra angular del método científico es el postulado de la objetividad de la Naturaleza. Es decir, la negativa sistemática a considerar capaz de conducir a un conocimiento «verdadero» toda interpretación de los fenómenos dada en términos de causas finales, es decir de «proyecto». Se puede fechar exactamente el descubrimiento de este principio. La formulación, por Galileo y Descartes, del principio de inercia, no fundaba sólo la mecánica, sino la epistemología de la ciencia moderna, aboliendo la física y la cosmología de Aristóteles. Cierto; ni la razón, ni la lógica, ni la experiencia, ni incluso la idea de su confrontación sistemática habían faltado a los predecesores de Descartes. Pero la ciencia, tal como la entendemos hoy, no podía constituirse sobre estas únicas bases. Le faltaba todavía la austera censura impuesta por el postulado de objetividad. Postulado puro, por siempre indemostrable, porque evidentemente es imposible imaginar una experiencia que pudiera probar la no existencia de un proyecto, de un fin perseguido, en cualquier parte de la naturaleza.
(Jacques Monod, El azar y la necesidad, 1970)

Richard Feynman (1918-1988)

 

¿Por qué cree que el principio de inercia acaba con las explicaciones teleológicas sobre el movimiento de los cuerpos?

 

Johannes Kepler
Johannes Kepler (1571-1630) fue un astrónomo y matemático alemán famoso por contribuir decisivamente en el desarrollo del modelo copernicano, pero, además, lo hizo utilizando una forma de razonamiento diferente a la inducción y deducción aristotélicas: la abducción. Si tenemos en cuenta las limitaciones del razonamiento inductivo, denunciadas por Bacon, y su imposibilidad de llegar a conclusiones absolutamente verdaderas, lo que requeriría el examen de todos y cada uno de los casos particulares, la abducción supone relajar la exigencia de corrección lógica y conformarse con una inferencia a la mejor explicación. Es decir, la abducción es un razonamiento que no es riguroso lógicamente hablando, pero que nos permite sospechar que una determinada conclusión es verdadera. Tal y como señala el filósofo, lógico y matemático Charles Sanders Peirce (1839-1914), la abducción sería un razonamiento de este tipo: «el hecho C es observado, pero si A fuera verdadera, por supuesto, se daría C, luego hay razón para sospechar que A es verdadera» (Collected papers, 5.189). Esta manera de pensar fue la que llevó a Ptolomeo a introducir elementos teóricos para salvar el movimiento errático de los planetas y la que permitió a Kepler postular que Marte seguía una órbita elíptica.
Kepler se encontró con que los cálculos que predecían la posición de Marte suponiendo que su órbita era perfectamente circular diferían en 8 minutos de arco respecto a las observaciones empíricas del planeta. En sus palabras:
Es imposible que Tycho (Tycho Brahe) cometiera un error de observación equivalente a ocho minutos; debemos buscar el origen de las discrepancias en nuestras hipótesis iniciales. Esos ocho minutos que no tenemos derecho a descuidar nos brindarán el medio para reformar toda la astronomía.
(Kepler, Astronomia nova, 1609)
Así, lo que hizo fue cuestionar que la órbita de Marte fuese circular, lo cual era una suposición sin fundamento, y fue probando diferentes figuras ovales hasta dar con que la elipse encajaba perfectamente con la trayectoria observada. Desde su razonamiento abductivo no pudo demostrar que la órbita de Marte es verdaderamente elíptica, sino, simplemente, que esa hipótesis es la que mejor da cuenta de las observaciones empíricas.
En resumen, la abducción es aquella forma de razonamiento por medio de la cual los datos empíricos disponibles le sugieren al investigador una hipótesis explicativa. La abducción no es una forma de razonamiento rigurosa, sino que es falaz lógicamente hablando. Debemos considerarla una especie de mecanismo o estrategia para el descubrimiento científico, una forma de dar con la explicación que mejor da cuenta de los fenómenos observados, sin comprometerse de forma realista con que describa realmente el mundo.
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Isaac Newton
El físico y matemático Isaac Newton (1642-1727) también hizo aportaciones a la metodología de la ciencia. Aunque defiende el procedimiento científico inductivo-deductivo aristotélico frente al modelo cartesiano, puramente deductivo, en su principal obra, Principios matemáticos de la filosofía natural, de 1686, Newton aplica un método axiomático. Este consiste en tres etapas. La primera es la formulación de un sistema axiomático, esto es, un grupo deductivamente organizado de teoremas, definiciones y axiomas. Según el DLE, un axioma es «cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría». Aquí es donde describe sus famosas tres leyes del movimiento:
I. Todo cuerpo continúa en su estado de reposo o de movimiento uniforme y rectilíneo, salvo que se vea obligado a cambiar de estado por la acción de fuerzas que actúen sobre él.
II. El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza aplicada; y se efectúa en la dirección de la línea recta en la que se aplica la fuerza.
III. A toda acción se opone siempre una reacción igual; o las acciones mutuas de dos cuerpos son siempre iguales, y dirigidas en sentidos contrarios.
La segunda etapa del método axiomático newtoniano es especificar un procedimiento para correlacionar los teoremas del sistema axiomático con las observaciones. Esta distinción entre un sistema axiomático y su aplicación empírica fue una de las contribuciones más importantes de Newton a la teoría del método científico. La tercera etapa del método axiomático de Newton es la confirmación de las consecuencias derivadas del sistema axiomático una vez interpretado empíricamente. En todo caso, Newton mantenía que todas las interpretaciones de los procesos naturales son contingentes y están sujetas a revisión a la luz de los elementos de juicio posteriores.
Un nuevo cuestionamiento del estatus de las teorías científicas vino con la construcción de geometrías no euclidianas en el siglo XIX. Bernhard Riemann (1826-1866) y Nikolai Lobachevsky (1792-1856) son los padres, respectivamente, de la geometría elíptica (curvatura positiva) y la geometría hiperbólica (curvatura negativa), que contrastan con la geometría plana de Euclides.
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Con ello no se cuestionó la validez de la geometría euclidiana, pero mostró a las claras que hay varios desarrollos matemáticos igualmente ciertos aunque excluyentes entre sí y que pueden o no tener que ver con lo que encontramos en la naturaleza. A partir de entonces se comenzó a afirmar que las teorías matemáticas son meras convenciones que quizá representan aspectos del mundo, pero que, en todo caso, nunca lo explican, es decir, nunca podemos estar seguros de que la realidad funciona exactamente como dicen nuestras teorías que funciona. Esta consideración se fue ampliando al resto de teorías científicas.

 


Realismo

Antirrealismo

Las ciencias nos proporcionan una representación adecuada del mundo, tal como es, con independencia de nosotros.

Instrumentalismo

Relativismo

No podemos saber si las teorías científicas nos proporcionan representaciones adecuadas. Las aceptamos porque nos proporcionan buenas predicciones. No podemos saber si las teorías científicas nos proporcionan representaciones adecuadas. Las aceptamos porque se corresponden con la imagen del mundo que adopta el grupo al que pertenecemos.

Sobre entidades

Sobre teorías

Metodológico

Los objetos y propiedades analizados en una teoría científica existen realmente. Además de los objetos y entidades, se verifica la existencia de toda relación (por ejemplo, causal) establecida en una teoría. La representación de objetos y relaciones que nos ofrece una teoría es sólo parcialmente adecuada, dependiendo de su grado de confirmación.

 

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Práctica

1.- ¿Cuál o cuáles de las ciencias de la clasificación de Mario Bunge cree que son más difíciles? ¿Por qué?
2.- Responda a este cuestionario sobre la clasificación de Mario Bunge.
3.- Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario sobre el método hipotético-deductivo, las teorías y las leyes científicas.

4.- Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario

5.- Lea atentamente estos textos y responda a las preguntas:
Divulgada ya la fama acerca de la novedad de las hipótesis de esta obra, que considera que la tierra se mueve y que el sol está inmóvil en el centro del universo, no me extraña que algunos eruditos se hayan ofendido vehementemente y consideren que no se deben modificar las disciplinas liberales constituidas correctamente hace ya tiempo. Pero si quieren ponderar la cuestión con exactitud, encontrarán que el autor de esta obra no ha cometido nada por lo que merezca ser reprendido. Pues es propio del astrónomo calcular la historia de los movimientos celestes con una labor diligente y diestra. Y además concebir y configurar las causas de estos movimientos, o sus hipótesis, cuando por medio de ningún proceso racional puede averiguar las verdaderas causas de ellos. Y con tales supuestos pueden calcularse correctamente dichos movimientos a partir de los principios de la geometría, tanto mirando hacia el futuro como hacia el pasado. Ambas cosas ha establecido el autor de modo muy notable. Y no es necesario que estas hipótesis sean verdaderas, ni siquiera que sean verosímiles, sino que basta con que muestren un cálculo coincidente con las observaciones […] Quizás el filósofo busque más la verosimilitud: pero ninguno de los dos comprenderá o transmitirá nada cierto, a no ser que le haya sido revelado por la divinidad. Por lo tanto, permitamos que también estas nuevas hipótesis se den a conocer entre las antiguas, no como más verosímiles, sino porque son al mismo tiempo admirables y fáciles y porque aportan un gran tesoro de sapientísimas observaciones. Y no espere nadie, en lo que respecta a las hipótesis, algo cierto de la astronomía, pues no puede proporcionarlo; para que no salga de esta disciplina más estúpido de lo que entró, si toma como verdad lo imaginado para otro uso.
Copérnico, N. (1987). Sobre las revoluciones (de los orbes celestes), pp. 3-4.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Mírese como se mire, hay excelentes razones para afirmar que en la ciencia lo que se pretende es describir y (en la medida de lo posible) explicar la realidad. Lo haremos mediante conjeturas teóricas; es decir, «teorías» que esperamos sean verdaderas (o próximas a la verdad), aunque no podamos demostrar su certeza ni siquiera su probabilidad (en el sentido del cálculo de probabilidades) a pesar de que sean las mejores teorías que podamos formularnos y de que, por tanto, puedan considerarse como «probables» en la medida en que este término está libre de toda asociación con el cálculo de probabilidades.
Hay otro sentido excelente y muy próximo en el que podemos hablar de «realismo científico»; el procedimiento adoptado entraña (en la medida en que no se vea destruido por actitudes irracionales) el éxito, en el sentido de que nuestras conjeturas teóricas tienden progresivamente hacia la verdad; es decir, hacia descripciones verdaderas de ciertos hechos o aspectos de la realidad.
Popper, K. R. & Solís, S. C. (1992). Conocimiento objetivo. Un enfoque evolucionista, p. 48.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

A menudo se considera que una teoría científica es mejor que sus predecesoras, no tan solo en el sentido en que es un instrumento mejor para descubrir y resolver enigmas, sino también porque, de alguna manera, constituye una representación mejor de lo que en realidad es la naturaleza. A menudo se oye decir que las teorías sucesivas crecen aproximándose cada vez más a la verdad. Generalizaciones aparentes como esa no sólo se refieren a la solución de enigmas y a las predicciones concretas derivadas de una teoría, sino, antes bien, a su ontología, es decir, a la unión de las entidades con que la teoría cubre la naturaleza y lo que «realmente está allí».
Quizás haya alguna manera de salvar la idea de «verdad» para su aplicación a teorías completas, pero ésta no funcionará. Creo yo que no hay un medio, independiente de teorías, para reconstruir frases como «realmente está allí»; la idea de una unión de la ontología de una teoría y su correspondiente «verdadero» en la naturaleza me parece ahora, en principio, una ilusión; además, como historiador, estoy impresionado por lo improbable de tal opinión. Por ejemplo, no dudo de que la mecánica de Newton es una mejora sobre la de Aristóteles, y que la de Einstein es una mejora sobre la de Newton como instrumento para resolver enigmas. Pero en su sucesión no puedo ver una dirección coherente de desarrollo ontológico.
Kuhn, T. S. & Solís, S. C. (1971). La estructura de las revoluciones científicas, p. 314.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

He aquí algunas de las tesis que desarrollaremos y defenderemos en este libro: 1. El realismo científico —la tesis de que el universo existe por sí mismo, puede ser explorado y la mejor manera de hacerlo es científicamente— no es solo una gnoseología más entre muchas otras: es la gnoseología presupuesta y confirmada por la investigación científica y tecnológica. En contraposición, el fenomenismo, vale decir la concepción de que «el mundo es una suma de apariencias» (Kant, 1787, p. B724) o que, al menos, estas son lo único que podemos conocer, es superficial y falsa. De hecho, la emisión de luz, las reacciones químicas, las infecciones, la evolución biológica, las intenciones, los engaños políticos y casi todo lo demás ocurren aun cuando sean imperceptibles. No es una casualidad, por ende, que Galileo y Descartes, dos de los fundadores de la ciencia moderna, hicieran hincapié en la diferencia entre propiedades primarias y secundarias y pusieran el énfasis en que la ciencia privilegiara las primeras. De modo irónico, si se los hubiese tomado en serio, los fenomenistas —de manera notable Hume, Kant y los positivistas y positivistas lógicos— habrían acabado también con la ciencia en su afán por refutar el sobrenaturalismo y la metafísica especulativa. 2. Si bien las apariencias son solo superficiales, son parte de la realidad, en lugar de ser algo opuesto a ella, ya que ocurren en el cerebro del sujeto, el cual es parte del mundo. Las experiencias internas (qualia), tales como tener frío, ver azul, oír un crujido u oler menta, no son básicas sino derivadas: son procesos del sistema nervioso central, no del mundo externo. Con todo, no se los debe descartar, porque son reales y, además, indispensables para la vida animal.
Bunge, M. (2007). A la caza de la realidad. La controversia sobre el realismo, p. 27.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Artículo

 

Pasos para escribir un artículo filosófico (V)

 

5. ¿Cómo escribir la Introducción?
La Introducción es el esqueleto de un artículo filosófico, porque es donde se expresa de la forma más clara y precisa su estructura. Por eso, es la primera tarea que se debe abordar en la redacción de un artículo. No obstante, la primera formulación que hagamos de la Introducción es normal que sufra variaciones en función de las dificultades que se vayan presentando según avanza la investigación y su redacción. De hecho, lo más rápido y eficiente es no prestar atención a la corrección sintáctica en las primeras versiones de la Introducción, sino concentrarse en la estructura y el orden lógico.
En la Introducción hay que dejar claros los siguientes aspectos del artículo:
  • El contexto, la relevancia y la justificación:
    • Debemos justificar por qué es importante o interesante plantearse el tema elegido, qué podemos conseguir con ello. La relevancia puede ser histórica, como averiguar el sentido que le da determinado autor a un concepto concreto, o respecto a la actualidad, porque sea un tema que tenga repercusiones hoy en día… También puede ser relevante porque abra otros problemas, porque influya en determinadas personas, etc.
  • El estado de la cuestión:
    • Debemos hacer referencia a los autores que tienen una opinión importante, interesante, relevante, influyente sobre el tema, diciendo brevemente en qué consiste esa opinión.
      • Este punto supone ya cierto manejo de las fuentes primarias, por lo que es normal que sufra modificaciones.
      • En los artículos de las revistas más prestigiosas, el estado de la cuestión se refiere a las más recientes investigaciones que se han hecho sobre ese tema hasta la actualidad.
  • La concreción del tema:
    • Debe tener la forma de problema, cuestión o pregunta, es decir, como algo que tiene que ser resuelto o contestado.
      • Esa formulación tiene que plasmar los verdaderos intereses personales del autor, algo que realmente le inquiete, sobre lo que sienta una profunda y genuina curiosidad, transformando el tema elegido a su conveniencia, aunque sin salirse completamente de él.
    • Tiene que ser redactado de la forma más clara posible. Con ello no solo conseguimos que nuestros lectores lo comprendan, sino que también nos sirve a nosotros a modo de camino del que no debemos desviarnos en nuestra investigación.
    • Los conceptos que utilicemos en su redacción deben de ser precisos para no dar lugar a vaguedades o ambigüedades.
    • Además debemos expresarlo de forma concisa, con un par de frases, más o menos.
      • Hay que tener en cuenta que la mera formulación del tema puede ser la clave del avance en esa materia. El primer paso para solucionar los problemas puede ser plantearlos de manera diferente, cambiar su enfoque.
  • El objetivo:
    • Se debe expresar de la manera más clara y concisa posible cuál es la respuesta o solución que vamos a dar al tema propuesto, es decir, nuestra tesis. Por ejemplo, si el tema es la clarificación de un concepto, en este punto debemos decir que en este artículo se va a defender que tal concepto significa realmente tal cosa, al contrario de lo que opina tal o cual autor o al igual que lo que opina tal otro. Si el tema es una confrontación entre varios autores, aquí hay que tomar partido por uno de ellos o por ninguno. El caso es que hay que expresar la posición propia.
    • A medida que vamos investigando, puede que nos demos cuenta de que nuestra tesis inicial es incorrecta. En ese caso se puede bien modificar la tesis y argumentar en el desarrollo del artículo por qué no es correcta, bien mantenerla como tentativa y reflejar su incorrección en la conclusión a la vista de los argumentos analizados.
    • Hay que tener en cuenta que un artículo filosófico se escribe para llegar a una verdad lo más objetiva posible, no para demostrar que tenemos razón.
  • La metodología:
    • Aquí hay que explicar todo lo que se va a hacer para cumplir el objetivo: el sistema de pensamiento del que se va a partir (por ejemplo, desde el Materialismo filosófico), las bases teóricas y conceptuales que se utilizarán (cómo se va a entender tal o cual concepto, desde la interpretación de qué autor…), qué autores y textos se van a analizar, qué argumentos se van a confrontar, etc.
    • En este punto hay que explicitar el esquema o estructura de la argumentación que se va a seguir en el artículo, que coincidirá, más o menos, con el número de apartados de los que constará.
      • Por ejemplo, si el tema elegido es El ser humano en Platón y la concreción que le damos es ¿Es satisfactoria la subsunción platónica de la complejidad del ser humano en la noción de alma?, el guion podría ser:
        1. ¿Qué entendemos hoy en día por ser humano?
        2. ¿Qué es el ser humano para Platón?
        3. ¿Qué es el alma para Platón?
        4. ¿Qué tipos o partes de alma hay, según Platón?
          1. El alma racional
          2. El alma irascible
          3. El alma concupiscible
        5. ¿Cómo cada tipo de alma platónica da explicación de cada una de las características del ser humano?
        6. ¿Es completa la explicación platónica del ser humano?
        7. ¿Es satisfactoria la explicación platónica del ser humano?
      • La redacción de este punto no debe ser esquemática, sino que hay que redactar la sucesión de pasos que se van a seguir en el artículo.

 


1. Haga uso de las fuentes consultadas para escribir la Introducción. Esta debe tener una extensión de unas tres páginas escritas a Times New Roman, 12 puntos, márgenes inferior y superior de 2,5 cm, izquierdo y derecho de 3 cm, con un interlineado de 1,5.

 

Recursos

 

Bibliografía:
  • Abbagnano, N. (1994). Historia de la filosofía. Vol 2. Barcelona: Hora.
  • Abbagnano, N. (1985). Historia de la filosofía. Vol 3. Barcelona: Hora.
  • Bunge, M. (2007) A la caza de la realidad. La controversia sobre el realismo. Gedisa.
  • Chalmers, A. (2010). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?. S. XXI.
  • Copérnico, N. (1987). Sobre las revoluciones (de los orbes celestes). Tecnos.
  • Copleston, F. C. (1996). Historia de la filosofía IV. Barcelona: Ariel.
  • Copleston, F. C. (1993). Historia de la filosofía V. Barcelona: Ariel.
  • Copleston, F. C. (1993). Historia de la filosofía VI. Barcelona: Ariel.
  • Duque, F. (1998). Historia de la filosofía moderna. La era de la crítica. Tres cantos. Madrid: Akal.
  • Echeverría, J. (1995). Filosofía de la ciencia. Akal.
  • Feyerabend, P. (1986). Tratado contra el método. Tecnos.
  • Feyerabend, P. (1998). La ciencia en una sociedad libre. Siglo XXI.
  • Feyerabend, P. (1996). Adiós a la razón. Tecnos.
  • Hottois, G. & Galmarini, M. A. (1999). Historia de la filosofía del Renacimiento a la posmodernidad. Madrid: Cátedra.
  • Kenny, A. (2005). Breve historia de la filosofía occidental: Paidós.
  • Koyre, A. (1999). Del mundo cerrado al universo infinito: S. XXI.
  • Kuhn, T. S. (1978). La revolución copernicana: La astronomía planetaria en el desarrollo del pensamiento. Barcelona: Ariel.
  • Kuhn, T. S. & Solís, S. C. (1971). La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE.
  • Kuhn, Th. S. (1982). La tensión esencial. FCE.
  • Losee, J. (1981). Introducción histórica a la filosofía de la ciencia. Alianza.
  • Martínez Marzoa, F. (2003). Historia de la filosofia vol. 2: Istmo.
  • Popper, K. R. (1998). La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona: Paidós.
  • Popper, K. R. & Solís, S. C. (1992). Conocimiento objetivo: Un enfoque evolucionista. Madrid: Tecnos.
  • Popper, K. R. & Míguez, N. (1983). Conjeturas y refutaciones: El desarrollo del conocimiento científico. Barcelona: Paidós.
  • Popper, K. R. & Sánchez, S. V. (1962). La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos.
  • Reale, G. & Antiseri, D. (1988). Historia del pensamiento filosófico y científico. Tomo III. Barcelona: Herder.
  • Rossi, P. (1998). El nacimiento de la ciencia moderna en Europa. Barcelona: Crítica.
  • Russell, B., Gómez, . S. J., Dorta, A., & Mosterín, J. (2004). Historia de la filosofía occidental. Pozuelo de Alarcón (Madrid): Espasa-Calpe.
  • Sánchez, M. D. (2001). Teoría del conocimiento. Madrid: Dykinson.
  • Sanz, S. V. (2005). De Descartes a Kant. Barañáin. Navarra: Eunsa.
  • Shapin, S. (2000). La revolución científica: Paidós.
  • Solís, C. & Sellés, M. A. (2008). Historia de la ciencia. Espasa.
  • Störig, H. J. (2012). Historia universal de la filosofía. Madrid: Tecnos.
  • Verneaux, R. (1982). Textos de los grandes filósofos. Edad moderna. Herder.
  • Villoro, L. (2008). Creer, saber, conocer. S. XXI.

 

Vídeos:

 

Argumentación

 

Posible cuestión del examen argumentativo:
1.- ¿Es razonable pensar que la ciencia describe la realidad?

 

Elementos del texto argumentativo
  • Interpretación y contextualización de la cuestión
    • Maneras de entender o interpretar la pregunta. ¿A qué se refiere la pregunta? Algunos de los conceptos que aparecen en ella se pueden interpretar de diferentes maneras, por lo que se puede referir a muchas cosas. Así que hay que interpretarla, concretarla. En este punto hay que señalar los conceptos que admiten más de una interpretación y escribir cómo se reformularía la pregunta inicial dándole cada una de esas interpretaciones.
    • Implicaciones de tal o cual interpretación de la pregunta. De cada una de las interpretaciones que hemos dado de la pregunta inicial hay que decir qué consecuencias tendría planteárnoslas. Es decir, para qué serviría responder a cada una de esas interpretaciones.
    • Relevancia o importancia de tal o cual interpretación. Hay que decir cuál de las interpretaciones que se han dado de la pregunta inicial sería más interesante o importante, diciendo por qué. Y también por qué las otras no son tan relevantes y por qué.
    • Elección de una interpretación de la pregunta a la que dar respuesta. Aquí hay que decir que se elige dar respuesta a la interpretación que antes se ha dicho que es la más importante. Si se elige otra, sería incoherente, por lo que restaría puntos.
    • Problemas u otras cuestiones asociadas a la interpretación elegida. La interpretación que se ha elegido como la más importante da lugar a otras preguntas relacionadas con ella. Aquí hay que escribir alguna de esas otras preguntas.
  • Tesis (respuesta tentativa a la pregunta)
    • Postura que se va a defender en la disertación. Es decir, aquí hay que responder en una frase clara y concisa a la interpretación que se ha elegido.
  • Argumentos a favor de la tesis (al menos 2)
    • Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que apoyen, sustenten, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
    • Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
  • Argumentos en contra de la tesis (al menos 2)
    • Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que refuten, nieguen, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
    • Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
  • Valoración comentada de la potencia e importancia de los argumentos para apoyar o refutar la tesis. Aquí hay que decir qué tipo de argumentos, los a favor de la tesis o los en contra de la tesis, tienen más peso, son más razonables, argumentando por qué.
  • Conclusión
    • Explicación de si se reafirma en la tesis o se cambia de postura. Es decir, hay que explicitar si, dada la valoración hecha antes, se sigue estando de acuerdo con la tesis o si se ha cambiado de opinión porque han resultado más convincentes los argumentos en contra.
    • Consecuencias o implicaciones para el mundo actual de la postura adoptada. Aquí hay que decir qué pasaría o debería pasar en el mundo si es correcta la conclusión final a la que se ha llegado.