El problema de la racionalidad práctica

Teoría

 

EL LIBRE ALBEDRÍO
El libre albedrío puede ser definido como la capacidad exclusiva de los seres humanos para controlar sus propias acciones y responsabilizarse moralmente de ellas. Una persona es moralmente responsable en tanto es capaz de actuar de una forma moralmente buena o mala y asumiendo, por ello, ser alabada o reprendida, recompensada o castigada.
Pero, normalmente, cuando decidimos llevar a cabo una acción hay una gran variedad de condicionantes externos, ajenos a nuestra responsabilidad, que restringen nuestras opciones de actuación. Decimos entonces que estamos más o menos determinados por las circunstancias. El determinismo es el gran rival del libre albedrío.
Debemos al físico, astrónomo y matemático del siglo XVIII Pierre-Simon Laplace (1749-1827), la formulación clásica del determinismo:
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Pierre-Simon Laplace (1749-1827)
[H]emos de considerar el estado actual del universo como el efecto de su estado anterior y como la causa del que ha de seguirle. Una inteligencia que en un momento determinado conociera todas las fuerzas que animan a la naturaleza, así como la situación respectiva de los seres que la componen, si además fuera lo suficientemente amplia como para someter a análisis tales datos, podría abarcar en una sola fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del átomo más ligero; nada le resultaría incierto y tanto el futuro como el pasado estarían presentes ante sus ojos.
Laplace, P.-S. (1995). Ensayo filosófico sobre las probabilidades. Barcelona: Altaya, p. 25.
Es decir, el determinismo es la tesis según la cual los hechos del pasado en conjunción con las leyes de la naturaleza determinan irremediablemente un solo futuro posible.
Este dilema entre el libre albedrío y el determinismo ha dado lugar a dos grandes posturas: el compatibilismo y el incompatibilismo. El compatibilismo es la idea según la cual es posible que el universo esté completamente determinado y, a la vez, los seres humanos tengamos libre albedrío. Es decir, que el determinismo y el libre albedrío son compatibles. El incompatibilismo niega esa posibilidad.
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René Descartes (1596-1650)
El compatibilismo clásico está representado por autores como René Descartes, quien defiende que el libre albedrío “consiste solamente en poder hacer o no hacer una cosa (es decir, afirmar o negar, seguir o rehuir) o, mejor dicho, en actuar de tal manera con respecto a lo que nos propone el intelecto para afirmar o negar, seguir o rehuir, que no sintamos ser determinados a ello por ninguna fuerza externa” (Meditaciones metafísicas, cuarta meditación). Es decir, el libre albedrío se entiende como libertad de acción. Para Descartes somos libres siempre que nada nos impida hacer lo que queremos.
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Thomas Hobbes (1588-1679)
Thomas Hobbes, en su Leviatán, se expresa de manera parecida cuando define el libre albedrío como la ausencia de “impedimentos externos del movimiento”.
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David Hume (1711-1776)
Por su parte, David Hume define la libertad como “una potencia de actuar o de no actuar, de acuerdo con la determinación de la voluntad” en su obra Investigación sobre el entendimiento humano. En definitiva, la libertad de acción sería la capacidad de un agente de hacer lo que quiere sin impedimento alguno.
La respuesta de los incompatibilistas al compatibilismo clásico se basa en subrayar el hecho de que comúnmente no se entiende el libre albedrío como mera libertad de acción (libertad negativa), sino que la mayoría de nosotros vinculamos la noción de libre albedrío con la libertad de nuestra voluntad (libertad positiva) para elegir tal o cual curso de acción. Con ese punto de partida, los incompatibilistas desarrollaron su propio argumento clásico (el argumento clásico incompatibilista), también llamado de las posibilidades alternativas o del jardín de senderos que se bifurcan:
  1. Si una persona actúa por voluntad propia, es decir, tiene libre albedrío, entonces podría haber actuado de un modo diferente a como actuó.
  2. Si el determinismo es verdadero, no podríamos actuar de una manera distinta a como, de hecho, actuamos.
  3. Por lo tanto, si el determinismo es cierto, nadie actúa por su propia voluntad (nadie tiene libre albedrío).
Los compatibilistas han respondido a este argumento criticando la definición de determinismo en la que se basa. Para los compatibilistas, el determinismo no supone que haya una sola línea de acción posible, ya que de un conjunto complejo de causas pueden surgir efectos diferentes. De hecho, defienden, eso es lo que ocurre cuando ejercemos nuestro libre albedrío: elegir entre las distintas posibilidades de acción. Ese es el argumento de la condición de autoría, según el cual nuestras acciones son libres en la medida en que son efecto de nuestras decisiones conscientes.
El argumento compatibilista de la condición de autoría es contestado por el argumento incompatibilista de la fuente:
  1. Una persona actúa por su propia voluntad solo si ella es la fuente (causa) primera de su acción.
  2. Si el determinismo es verdadero, nadie es la causa primera de sus acciones.
  3. Por lo tanto, si el determinismo es cierto, nadie actúa por su propia voluntad.
La disputa entre compatibilistas e incompatibilistas se centra en la verdad de la primera premisa de este argumento. Afirmar que una persona actúa por su propia voluntad solo si ella es el origen primero de sus acciones quiere decir que no se puede rastrear explicación causal alguna previa a la voluntad del autor de la acción, lo cual supone negar el determinismo. No obstante, los compatibilistas pueden contraargumentar que no hace falta que el origen primero de nuestra acción sea nuestra voluntad, sino que esta tenga un papel causal relevante, catalizador de la acción.
spinoza
Baruch Spinoza (1632-1677)
Contra ese último argumento se posiciona Baruch Spinoza al afirmar en su Ética demostrada según el orden geométrico que “los hombres se creen libres porque son conscientes de sus voluntades y deseos, pero ignoran las causas que les conducen a tener esos deseos”. Spinoza da aquí a entender que el orden causal que rige nuestros deseos y nuestra voluntad es determinista. Es decir, no niega que haya libre albedrío por la gran cantidad de condicionantes externos que nos impide hacer aquello que deseamos, sino porque nuestra voluntad no es libre de desear lo que quiera o, dicho de otra manera, no somos dueños de nuestra voluntad.

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Práctica

 

1. Conteste a este cuestionario sobre las diferentes posturas respecto al libre albedrío y el determinismo.
2. Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario.

3. Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario.

4.- Lea atentamente estos textos y responda a las preguntas:
Los hombres se equivocan, en cuanto que piensan que son libres; y esta opinión sólo consiste en que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas por las que son determinados. Su idea de la libertad es, pues, ésta: que no conocen causa alguna de sus acciones. Porque eso que dicen, de que las acciones humanas dependen de la voluntad, son palabras de las que no tienen idea alguna. Pues qué sea la voluntad y cómo mueva al cuerpo, todos lo ignoran; quienes presumen de otra cosa e imaginan sedes y habitáculos del alma, suelen provocar la risa o la náusea.
Spinoza, B. & Domínguez, A. (2000). Ética demostrada según el orden geométrico, p. 73.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

El principio de razón es la forma general de todo fenómeno y el hombre en su obrar ha de estar sometido a él, igual que todos los demás fenómenos. Pero, dado que en la autoconciencia la voluntad es conocida inmediatamente y en sí, en esa conciencia se encuentra también la conciencia de la libertad. Mas se pasa por alto que el individuo, la persona, no es la voluntad como cosa en sí sino un fenómeno de la voluntad determinado ya como tal e introducido en la forma del fenómeno: el principio de razón. De ahí procede el asombroso hecho de que cada uno se considere a priori totalmente libre incluso en sus acciones individuales, y piense que a cada instante podría comenzar una nueva vida, lo cual significaría convertirse en otro. Solo a posteriori, a través de la experiencia, descubre para asombro suyo que no es libre sino que está sometido a la necesidad; que, pese a todos sus propósitos y reflexiones, su obrar no cambia y desde el comienzo al fin de su vida ha de mantener el carácter que él mismo desaprueba y, por as. decirlo, tiene que representar hasta el final el papel que ha asumido.
Schopenhauer, A. & López, . S. M. P. (2013). El mundo como voluntad y representación. Vol I, p. 78.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Hay quien dice que la libertad ha sido siempre una ilusión, un sueño precientífico del que apenas comenzamos a despertar. Nunca hemos sido realmente libres, y nunca podríamos haberlo sido. Pensar que hemos sido libres ha sido, en el mejor de los casos, una ideología que nos ha ayudado a configurar y a hacer más fáciles nuestras vidas, pero podemos aprender a vivir sin ella. Algunas personas pretenden haberlo conseguido ya, pero no está claro a qué se refieren. Algunos insisten en que, aunque la libertad sea una ilusión, este descubrimiento no afecta para nada a su modo de pensar sobre sus vidas, sus esperanzas, proyectos y temores, aunque no se toman la molestia de desarrollar esta curiosa separación de conceptos. Otros excusan la persistencia de ciertos vestigios de aquel credo en sus formas de hablar y pensar diciendo que son hábitos básicamente inocuos que no se han tomado la molestia de superar, o que se trata de concesiones diplomáticas a las nociones tradicionales de los pensadores menos avanzados que les rodean. Siguen la corriente de la multitud, aceptan la «responsabilidad» por «decisiones» que en realidad no fueron libres, y culpan y elogian a los demás mientras cruzan los dedos bajo la mesa, pues saben que en el fondo nadie merece nunca nada, ya que todo lo que ocurre es simplemente el resultado de una vasta red de causas inconscientes que, en un último análisis, impiden que nada tenga ningún significado.
Dennett, D. (2004). La evolución de la libertad. Barcelona: Paidós, pp. 25-26.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Artículo

 

Pasos para escribir un artículo filosófico (VI)
¿Cómo escribir el Desarrollo de un artículo?
Partiendo de la estructura básica plasmada en la Introducción, que siempre está sujeta a cambios, se pueden distinguir tres fases o pasos en la redacción del desarrollo de un artículo: la producción, la edición y la revisión.

 

La producción
En la producción se trata de poner por escrito todas las ideas referentes a cada apartado que queramos expresar, es decir, el contenido de nuestro pensamiento.
  • No hay que prestar atención a la corrección sintáctica ni ortográfica.
  • Se deben escribir unas 10 o 15 frases, no importa de qué tamaño.
  • Hay que seguir el orden lógico que tengamos en la cabeza. Luego habrá tiempo para reordenarlas.
  • Se pueden ir usando las notas de las fuentes consultadas, incluso introduciendo citas.
La edición
En la edición se trata de prestar atención a la forma de expresión de las ideas que ya hemos expuesto para hacerlas más claras y accesibles posible a nuestros lectores.
  • Hay que tener en cuenta que cada párrafo contiene un pequeño tema y cada frase u oración, una idea.
  • Hay que tener en cuenta que los párrafos también tienen una estructura interna:
    • Introducción:
      • en las primeras líneas de cada párrafo hay que decir de qué va y cómo se relaciona con el párrafo anterior. Por ejemplo:
        • oponer una idea con la vista en el párrafo anterior
        • ejemplificar lo dicho en el párrafo anterior
        • sacar una conclusión
        • deducir algo del párrafo anterior
        • profundizar en un aspecto del párrafo anterior
        • generalizar una idea del párrafo anterior
        • exponer la siguiente idea de una enumeración.
    • Desarrollo:
      • en el cuerpo del párrafo hay que exponer los argumentos, explicarlos, citar las fuentes y explicarlas para que se entienda qué tienen que ver o cómo ayudan a lo que estamos argumentando
        • hay que exponer los pros y los contras de cada argumento
        • los argumentos deben seguir una secuencia lógica.
      • Hay que tratar de explicar completamente todas nuestras ideas, sin dar nada por supuesto o entendido
      • hay que utilizar la primera persona del singular para expresar las propias ideas y la tercera persona para las ideas de otros autores.
      • hay que tratar de que la prosa sea clara, fluida y precisa:
        • es conveniente hacer frases cortas y simples (sujeto, verbo y predicado).
        • es conveniente evitar la concatenación de conjunciones, coordinaciones y subordinaciones.
        • es conveniente evitar las frases hechas.
        • respecto a la precisión:
          • hay que buscar las palabras exactas.
          • no hay que hacer oraciones imprecisas o vagas.
          • no hay que aportar datos sin especificar la fuente.
          • no se puede utilizar fuentes sin referenciar.
      • Hay que buscar la concisión y brevedad.
        • Es decir, hay que ir al grano y no contar cosas que no vienen a cuento o repetir varias veces de forma diferente lo ya dicho.
    • Conclusión:
      • al final de cada párrafo hay que hacer un breve resumen de lo argumentado en ese párrafo y exponer la conclusión a la que se ha llegado.
  • Una vez tengamos todos los párrafos escritos, hay que organizarlos de manera lógica. Es muy importante decidir la secuencia lógica de los párrafos para expresar claramente los argumentos que se quieren defender.
La revisión
Al revisar nuestro artículo tenemos que prestar atención a todos los posibles errores o desajustes que se nos hayan podido pasar por alto.
  • Hay que mirar de nuevo el orden tanto de las ideas como de los párrafos a través de los cuales exponemos nuestros argumentos.
  • Hay que fijarse en que:
    • no haya citas en la introducción ni en la conclusión del artículo
    • que no haya citas al final de ningún párrafo
    • que no haya citas sin referenciar o explicar
      • que nuestra interpretación sea fiel a lo que dicen los autores citados.
  • Hay que revisar la redacción en sus aspectos gramaticales y ortográficos.
  • Finalmente hay que preguntarse si en el artículo realmente se demuestra lo que se pretendía.

 

¿Cómo escribir la Conclusión del artículo?
La Conclusión de un artículo filosófico sirve para mostrar de qué manera los argumentos que se han dado en el Desarrollo demuestran la tesis que hemos aventurado en la Introducción. Para ello es preciso recoger las conclusiones parciales a las que se ha llegado en cada párrafo y en cada apartado.

 

¿Cuáles son los últimos pasos a dar antes de enviar nuestro artículo?
Antes de enviar el artículo a una revista debemos hacer otras dos cosas:
1. Redactar las partes del artículo que nos quedan:
    • Título: tiene que ser breve y lo suficientemente explicativo del tema que se va a tratar.
    • Resumen o abstract: expresar en pocas líneas el tema del artículo, qué se va a defender en él y de qué manera, utilizando qué recursos o fuentes.
    • Elegir las palabras clave: el conjunto de palabras que aparecen en nuestro artículo y que permitirían identificarlo y distinguirlo de los demás.
    • Referenciar bibliográficamente todas las fuentes que hemos utilizado para escribir nuestro artículo.
      • Hay que seguir las normas de citación y referenciación que nos diga la revista.
2. Formatear el artículo según los requisitos que haya indicado la revista:
    • Revisar el número de palabras (entre 2000 y 2500 en este caso).
    • Tipo y cuerpo de letra (por ejemplo Times New Roman 12 o Arial 11)
    • Tipo de interlineado (1,5 o doble)
    • Márgenes (por ejemplo, 2,5 cms a los lados y arriba y abajo)

 

Recursos

 

Bibliografía:
  • Dennett, D. (2004). La evolución de la libertad. Barcelona: Paidós.
  • Descartes, R. & Flórez, M. C. (2011). Descartes. Madrid: Gredos.
  • Hobbes, T. (1980). Leviatán o la materia de forma y poder de un república eclesiástica y civil. México: FCE.
  • Hume, D. (2012). David Hume. Madrid: Gredos.
  • Laplace, P.-S. (1995). Ensayo filosófico sobre las probabilidades. Barcelona: Altaya.
  • Spinoza, B. & Domínguez, A. (2000). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Trotta.

 

Vídeos:

Argumentación

 

Posibles cuestiones del examen argumentativo:
1.- ¿Es posible el compatibilismo?
2.- ¿Tiene sentido que los seres humanos tengamos libre albedrío cuando el resto del universo, según algunos científicos, está completamente determinado?

 

Elementos del texto argumentativo
  • Interpretación y contextualización de la cuestión
    • Maneras de entender o interpretar la pregunta. ¿A qué se refiere la pregunta? Algunos de los conceptos que aparecen en ella se pueden interpretar de diferentes maneras, por lo que se puede referir a muchas cosas. Así que hay que interpretarla, concretarla. En este punto hay que señalar los conceptos que admiten más de una interpretación y escribir cómo se reformularía la pregunta inicial dándole cada una de esas interpretaciones.
    • Implicaciones de tal o cual interpretación de la pregunta. De cada una de las interpretaciones que hemos dado de la pregunta inicial hay que decir qué consecuencias tendría planteárnoslas. Es decir, para qué serviría responder a cada una de esas interpretaciones.
    • Relevancia o importancia de tal o cual interpretación. Hay que decir cuál de las interpretaciones que se han dado de la pregunta inicial sería más interesante o importante, diciendo por qué. Y también por qué las otras no son tan relevantes y por qué.
    • Elección de una interpretación de la pregunta a la que dar respuesta. Aquí hay que decir que se elige dar respuesta a la interpretación que antes se ha dicho que es la más importante. Si se elige otra, sería incoherente, por lo que restaría puntos.
    • Problemas u otras cuestiones asociadas a la interpretación elegida. La interpretación que se ha elegido como la más importante da lugar a otras preguntas relacionadas con ella. Aquí hay que escribir alguna de esas otras preguntas.
  • Tesis (respuesta tentativa a la pregunta)
    • Postura que se va a defender en la disertación. Es decir, aquí hay que responder en una frase clara y concisa a la interpretación que se ha elegido.
  • Argumentos a favor de la tesis (al menos 2)
    • Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que apoyen, sustenten, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
    • Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
  • Argumentos en contra de la tesis (al menos 2)
    • Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que refuten, nieguen, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
    • Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
  • Valoración comentada de la potencia e importancia de los argumentos para apoyar o refutar la tesis. Aquí hay que decir qué tipo de argumentos, los a favor de la tesis o los en contra de la tesis, tienen más peso, son más razonables, argumentando por qué.
  • Conclusión
    • Explicación de si se reafirma en la tesis o se cambia de postura. Es decir, hay que explicitar si, dada la valoración hecha antes, se sigue estando de acuerdo con la tesis o si se ha cambiado de opinión porque han resultado más convincentes los argumentos en contra.
    • Consecuencias o implicaciones para el mundo actual de la postura adoptada. Aquí hay que decir qué pasaría o debería pasar en el mundo si es correcta la conclusión final a la que se ha llegado.