El problema de Dios
Teoría
Posturas ante el problema fe/razón
Agustín de Hipona (354-430) es una figura muy importante en la filosofía cristiana antigua, justo en la época en la que esta trata de imponerse sobre otras religiones y establecer un cuerpo doctrinal fijo. Por esa labor es considerado Padre de la Iglesia. Nació en la ciudad de Tagaste, en la actual Argelia, de padre pagano y madre cristiana. Fue educado en varias ciudades y se interesó por la filosofía al leer a Cicerón. En su juventud, siguió el maniqueísmo, una religión fundada por el profeta persa Mani, que defendía el dualismo entre el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, el alma y el cuerpo. Según los maniqueos, puesto que el alma, buena y divina, está encerrada en el cuerpo, malo y oscuro, los seres humanos estamos condenados a actuar mal. Es decir, los maniqueos negaban el libre albedrío. Tras leer un diálogo perdido de Cicerón y por influencia de su madre, santa Mónica, Agustín se convirtió al cristianismo, recibiendo el bautismo de manos de san Ambrosio de Milán. De vuelta al norte de África, Agustín fue ordenado sacerdote y, pocos años más tarde, consagrado como obispo de Hipona, localidad en la que fallece durante un ataque de los vándalos. Tras su muerte fue canonizado como santo y proclamado Doctor de la Iglesia. La principal preocupación filosófica de Agustín consistió en tratar de conciliar la fe cristiana y la razón filosófica, concretamente el dogma cristiano con la filosofía de Platón.
Según Agustín, tanto la fe como la razón son esenciales para alcanzar la salvación. A diferencia de otras religiones que solo piden fe ciega y obediencia a sus dogmas, Agustín argumenta que, para llegar al cielo y obtener la vida y felicidad eternas, un cristiano no solo debe tener fe en los dogmas de la Iglesia, sino también comprenderlos de forma racional. Esto se debe a que Agustín interpreta a Dios no solo con una dimensión moral, sino también con una epistemológica, donde se observa la influencia platónica. Así, desde su propia experiencia vital, Agustín defiende que tanto la fe como la razón deben colaborar en el camino hacia la salvación. En primer lugar, la razón ayuda al hombre a encontrar la fe verdadera. Luego, la fe ilumina y orienta a la razón para conocer a Dios. Finalmente, la razón contribuye a clarificar los contenidos de la fe.
Tomás de Aquino (1225-1274) es el filósofo y teólogo más importante de la escolástica, esto es, la corriente de pensamiento medieval que trataba de hacer comprensible el dogma cristiano con la ayuda de la filosofía clásica griega. Tanto es así que la Iglesia católica considera su pensamiento como doctrina oficial. Tomás nació en el castillo de Roccasecca (cerca de la localidad de Aquino) en Italia y estudió en la universidad en Nápoles, tras lo cual se unió a la orden de los dominicos, contra el deseo de su familia. En la Universidad de París es discípulo de san Alberto Magno, quien le introduce en la filosofía de Aristóteles, y ya como profesor de Teología en tal universidad escribe importantes obras como la monumental Summa theologica. Tomás de Aquino falleció mientras se dirigía al II Concilio de Lyon. Después de su muerte, fue canonizado como santo y proclamado Doctor de la Iglesia.
El mayor logro que se atribuye a Tomás de Aquino es el de haber realizado la mejor síntesis entre la fe y la razón, esto es, entre el dogma cristiano y la filosofía griega, especialmente la aristotélica. Su labor ya no consistió en fijar el dogma cristiano, como trató de hacer Agustín, sino la de integrar en él los nuevos textos de Aristóteles que llegaban a Occidente a través de sus comentadores árabes y judíos y que eran traducidos principalmente en la llamada Escuela de traductores de Toledo. Esto suponía todo un desafío, pues Aristóteles no solo negaba la existencia del mundo de las Ideas platónico, que Agustín lo asimilaba a la mente de Dios, sino también el alma como algo separado de la materia. Dificultades de este tipo llevaron a Tomás a clasificar tres tipos de verdades en función de cómo podemos acceder a ellas. La fe nos informa de algunas de ellas mediante los textos sagrados. Hay otras que solo podemos conocer aplicando la razón. Pero, según Tomás, hay un tercer tipo de verdades, por ejemplo, que Dios existe, que podemos alcanzar tanto por medio de la fe como por medio de la razón. Son las que llama «preámbulos de la fe». Es decir, la existencia de Dios no es solo algo que debamos creer porque la Biblia nos ofrece testimonios de ello, sino que, además, podemos demostrarla racionalmente. No obstante, Tomás apunta que esa demostración racional no se puede hacer a priori, es decir, independientemente de la experiencia, porque, aunque el enunciado «Dios existe» es evidentemente verdadero en sí mismo, ya que el significado del predicado está contenido en el sujeto, eso no es evidente para los seres humanos, pues no conocemos perfectamente a Dios. Por ello, solo se puede demostrar racionalmente su existencia a posteriori, a partir de sus efectos, esto es, a partir de lo que ha creado.
Finalmente, Tomás señala que si hay alguna contradicción entre una verdad de fe y una de razón, prevalece siempre la de fe. Y, por otra parte, la razón ayuda a la fe a construir la Teología, que es la investigación racional sobre Dios.
Guillermo de Ockham (1280-1349) es el filósofo más importante de la escolástica tardía. Nacido en Ockham (cerca de Londres), Inglaterra, se unió a la orden de los franciscanos y estudió en la Universidad de Oxford, donde también fue profesor. Más tarde impartió clases en la Universidad de París, donde se hizo famoso por cuestionar, entre otras cosas, la compatibilidad entre la fe y la razón. Según Ockham, fe y razón son completamente distintas e independientes, por lo que no hay verdades comunes a ambas. Las verdades de la fe no pueden ser nunca alcanzadas por la razón, pues están fuera de sus límites. Así que solo la fe nos informa de asuntos clave como la existencia de Dios y la inmortalidad del alma. Es decir, contra lo que pensaba Tomás de Aquino y sus seguidores, para Ockham no es posible demostrar racionalmente la existencia de Dios. Ockham también defendió la doctrina de la pobreza apostólica, según la cual la Iglesia debería desprenderse de sus riquezas, por lo que fue excomulgado. Acogido por el emperador Luis IV de Baviera, Ockham se estableció en Munich, donde se involucró en temas políticos hasta su muerte.
Deísmo y teísmo
Teísmo | Deísmo |
Creencia en un dios como ser superior, creador del mundo. (DLE)
El dios de los teístas conoce e interviene en el mundo. Le atribuyen características antropomórficas y personales. |
Doctrina que reconoce un dios como autor de la naturaleza, pero sin admitir revelación ni culto externo. (DLE)
El dios de los deístas no conoce ni interviene en el mundo. Se trata, más bien, de un supuesto lógico o racional. |
Argumentos a favor de la existencia de Dios
Anselmo de Canterbury (1033-1109) fue un filósofo y teólogo benedictino nacido en Aosta, Italia. En 1093 fue nombrado arzobispo de Canterbury y es famoso por ofrecer dos demostraciones de la existencia de Dios. Tras su muerte fue canonizado como santo y proclamado Doctor de la Iglesia.
En su obra Proslogion desarrolla el llamado argumento ontológico, que es un argumento a priori, es decir, independiente de la experiencia, según el cual Dios es el ser más grande que puede ser concebido. Según este argumento, si podemos concebir en nuestras mentes la existencia de un ser perfecto e infinito, entonces ese ser debe existir necesariamente en la realidad, ya que si no existiera, no podría ser perfecto. En otras palabras, si Dios es el ser más grande que puede ser concebido, entonces no se puede imaginar nada que sea más grande que Dios. Pero, si Dios no existiera, entonces se podría imaginar algo que es más grande que Dios, es decir, un Dios que sí existe. Esto sería contradictorio, por lo que, según el argumento de San Anselmo, Dios debe existir tanto en el pensamiento como en la realidad.
En su obra Monologion construye un argumento a posteriori, es decir, dependiente de la experiencia, para demostrar la existencia de Dios. Anselmo parte de la evidencia de que los seres del mundo tienen diferentes grados de perfección y esta gradación implica la existencia de un ser supremamente perfecto del cual todos los demás seres derivan su perfección. Esto es así porque este máximo nivel de perfección solo puede ser atribuido a aquello que tiene la capacidad de existir por sí mismo, es decir, que no depende de nada más. Por ejemplo, cuando hablamos de la máxima bondad y grandeza, estas características solo pueden ser de aquello que es bueno y grande en sí mismo, sin depender de nada más. Por lo tanto, hay algo supremo, que es lo único que existe por sí mismo, y a partir de lo cual todas las demás cosas tienen su existencia.
Gaunilo de Marmoutier (?-1083) fue un monje benedictino famoso por contraargumentar el argumento ontológico de Anselmo de Canterbury utilizando una reducción al absurdo. Gaunilo propone imaginar la existencia de una mítica isla perdida, que es la más maravillosa y perfecta. Siguiendo el argumento de Anselmo, apunta Gaunilo, tal isla que podemos pensar, debe también existir porque, si no, esa no sería la isla más perfecta y maravillosa que podríamos concebir. Habría otra superior en perfección, esto es, una realmente existente. De esta manera, Gaunilo quiere llamar la atención sobre lo absurdo del argumento ontológico, pues sirve para demostrar la existencia de cualquier cosa si la definimos como lo más grande o maravilloso. Gaunilo, por lo tanto, no cree que se pueda demostrar la existencia de Dios a priori. Según él, eso solo puede hacerse a posteriori, basándose en la experiencia.
Tomás de Aquino no cree que sea posible demostrar la existencia de Dios a priori, es decir, sin recurrir a la experiencia, sino únicamente a posteriori, atendiendo a lo que nuestros sentidos nos informan sobre el mundo, esto es, su creación. En la Suma teológica da, de forma resumida, cinco argumentos para demostrar racionalmente la existencia de Dios. Estas cinco vías siguen un mismo razonamiento, aunque se observa más claramente en las tres primeras. En primer lugar se parte de un hecho que se puede observar en el mundo. En segundo lugar se aplica el principio de causalidad, según el cual todo lo que existe en el mundo no es causa de sí mismo, por lo que tiene que haber sido causado por otra cosa. En tercer lugar se rechaza por imposible una regresión jerárquica infinita de causas. En cuarto lugar se concluye que tiene que haber una primera causa que sustente la existencia de ese hecho así como de todos aquellos que lo hacen posible. Finalmente, en quinto lugar, se identifica esta primera causa con Dios.
La primera vía, la del movimiento, parte de la observación de que en el mundo hay cosas que se mueven o cambian en sentido general. Tomás apunta que todo lo que se mueve es movido por otro. Pero es imposible una sucesión jerárquica infinita de cosas movidas por otras y estas por otras, etc. Por lo que tiene que haber un Primer Motor Inmóvil, es decir, algo que sea responsable del movimiento de lo siguiente pero que, a su vez, no reciba movimiento de nada, por lo que permanece inmóvil. Y tal Primer Motor Inmóvil sería en el que «todos reconocen a Dios».
La segunda vía, la de la causalidad, parte de la observación de que, en el mundo, todo lo que existe depende de algo que lo ha causado. Tomás apunta que no hay nada que sea causa de sí mismo. Pero también es imposible una sucesión jerárquica infinita de causas causadas. Por lo que tiene que haber una Primera Causa Incausada, es decir, Dios.
La tercera vía es la de la contingencia. Esta parte de la observación de que, en el mundo, todo lo que existe podría no haber existido. De hecho, antes no existía y dejará de existir. Es decir, todo es contingente. Pero, si esto es así, es posible un momento en el que nada existiera y, dado que nada puede surgir de la nada, ahora no podría existir nada. Por lo tanto, tiene que haber algo Necesario, que no pueda no existir, y ese es Dios.
La cuarta vía, de los grados de perfección, parte de la observación en el mundo de que las cosas tienen diferentes grados de perfecciones como la bondad, la belleza, la verdad, la nobleza, etc. Pero, si las tuviesen por sí mismas, esencialmente, no las podrían tener de manera limitada. Eso quiere decir que no las poseen por sí mismas, sino que las tienen porque otra cosa se las ha dado o participan en cierta medida de esa otra cosa. Pero no es posible una regresión jerárquica infinita de cosas que den tales perfecciones a otras. Por lo que tiene que haber algo que sí que las tenga esencialmente, esto es, un Ser Perfectísimo: Dios.
La quinta vía es la del ordenamiento a un fin. Esta parte de la observación en el mundo de que hay seres que, aunque carecen de entendimiento, se comportan como persiguiendo un objetivo. Pero eso no sería posible a no ser que fuesen dirigidos por un ser inteligente. Así que tiene que existir una Inteligencia Ordenadora que dirija a todas las cosas carentes de inteligencia a su objetivo. Y ese es Dios.
La quinta vía de Tomás de Aquino es un argumento teleológico, es decir, uno que apela a la finalidad u objetivo de un agente. A lo largo de la historia se han dado muchos argumentos de este tipo, pero uno que tiene especial repercusión en la actualidad es el argumento del diseño inteligente, elaborado por el teólogo británico William Paley (1743-1805). Este propuso un escenario hipotético en el que alguien está paseando por un desierto y ve un reloj en el suelo. Al examinar minuciosamente el reloj, puede apreciar las numerosas piezas que operan de manera conjunta para cumplir el objetivo para el que fue diseñado, esto es, dar la hora. Porque, apunta Paley, esa persona asumiría lógicamente que ese reloj no fue producto del azar, sino que fue diseñado y creado por un relojero. De la misma manera, Paley defiende que alguien que contemple el universo y su compleja organización debe concluir que existe un diseñador inteligente que lo ha creado. Paley recurrió a diversos ejemplos para ilustrar su argumento, siendo el ojo humano uno de los más prominentes. Este órgano posee la capacidad de percibir una amplia gama de colores y formas gracias a su complejo diseño. De acuerdo con la perspectiva de Paley, la única explicación plausible para la presencia de elementos tan complejos y perfectamente configurados radica en su creación por parte de un ser inteligente: Dios.
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Práctica
1.- Responda este cuestionario sobre las diferentes posturas respecto al problema fe/razón.
2.- Vea el siguiente vídeo y responda este cuestionario sobre el argumento ontológico.
3.- Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario sobre los argumentos cosmológicos de santo Tomás.
4.- Vea el siguiente vídeo y responda este cuestionario sobre el argumento del diseño inteligente.
5.- Lea atentamente estos textos y responda a las preguntas:
Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que solo parecen ser competencia de la ciencia. Desde hace sesenta años acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.Benedicto XVI, Mi testamento espiritual.
- ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
- Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
- Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
- ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.
Así pues, Señor, tú que das la inteligencia de la fe, concédeme —en la medida en que sabes que me conviene— que entienda que existes como lo creemos y que eres lo que creemos. Y creemos ciertamente que eres algo mayor que lo cual nada puede ser pensado. Pero ¿y si no existe una naturaleza tal? pues «el insensato ha dicho en su corazón: Dios no existe». Sin embargo, el propio insensato cuando oye esto mismo que digo: «algo mayor que lo cual nada puede ser pensado», entiende lo que oye, y lo que entiende está en su entendimiento, aunque no entienda que esto exista. Pues una cosa es que algo exista en el entendimiento, y otra entender que esto existe. Así cuando el pintor piensa de antemano lo que va a hacer, lo tiene en el entendimiento, aunque no entiende que exista lo que todavía no ha hecho. Cuando efectivamente ya lo ha pintado, lo tiene en el entendimiento y entiende que existe lo que ya ha realizado. Por tanto, el insensato debe admitir que existe al menos en su entendimiento algo mayor que lo cual nada puede ser pensado, ya que cuando lo oye lo entiende, y todo lo que se entiende está en el entendimiento. Y, ciertamente, aquello mayor que lo cual nada podemos pensar no puede existir solamente en el entendimiento. Si existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar que existiese también en la realidad, lo cual es mayor. Por tanto, si aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado estuviera sólo en la inteligencia, esto mismo mayor que lo cual nada puede ser pensado sería algo mayor que lo cual podemos pensar algo. Pero esto no puede ser. Existe, pues, sin género de duda, algo mayor que lo cual no cabe pensar nada, y esto tanto en la inteligencia como en la realidad.Anselmo de Canterbury. (1998). Proslogion, pp. 11-12.
- ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
- Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
- Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
- ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.
[S]e dice que en alguna parte del océano hay una isla a la cual por la dificultad; o mejor, por la imposibilidad de encontrar lo que no existe, llaman algunos Perdida, y de la cual se cuentan más cosas que las que se atribuyen a las Islas Afortunadas; se aprecia su inestimable abundancia de todas las riquezas y delicias, y no estando habitada aventaja absolutamente a todas las demás tierras que habitan los hombres por la abundancia de productos. Yo entendería fácilmente a cualquiera que me dijera esto, en cuya comprensión no hay ninguna dificultad. Pero si, entonces, como si sacara alguna consecuencia, añadiera: No puedes dudar en adelante que esta isla, superior a todas las tierras, existe realmente en algún lugar. Ella existe también en tu entendimiento, y no de modo dudoso, y porque es la más importante, no existe sólo en el entendimiento sino también en la realidad; le es, pues, necesario existir, porque si no existiera, cualquier otra tierra existente en la realidad sería más importante que ella, y ella misma, entendida por ti como la más importante, no sería la más importante. Si por estas palabras aquél quisiera convencerme de que no debía ser puesta en duda, desde entonces, la existencia de aquella isla, yo creería o que se burlaba de mí, o no sabría a quién juzgar como más estulto: si a mí, si lo admitía, o a él, si juzgara haber afirmado con alguna certeza la existencia de aquella isla, a no ser que hubiera enseñado que existía la misma superioridad de la isla como una cosa verdadera e indudablemente existente, y, de ningún modo, como algo falso o incierto en mi entendimiento.Gaunilo de Marmoutier, Respuesta en favor del insensato, en Anselmo de Canterbury. (1970). Proslogion.
- ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
- Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
- Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
- ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.
La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas. 1) La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que en cuanto potencia esté orientado a aquello para lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en acto. Ejemplo: el fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.Tomás & Martorell, J. (1994). Suma de teología: Vol. I, pp. 110-112.
- ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
- Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
- Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
- ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.
2) La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios.Tomás & Martorell, J. (1994). Suma de teología: Vol. I, p. 112.
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3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.Tomás & Martorell, J. (1994). Suma de teología: Vol. I, p. 112.
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- ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.
4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera que en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro-, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios.Tomás & Martorell, J. (1994). Suma de teología: Vol. I, p. 112.
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5) La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.Tomás & Martorell, J. (1994). Suma de teología: Vol. I, pp. 112-113.
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Cruzando un páramo, si suponemos que choco mi pie contra una piedra y me preguntan cómo llegó la piedra allí, yo podría responder que, por lo que yo sabía, había estado allí desde siempre, y quizá no sería fácil demostrar lo absurda que es esta respuesta. Pero supongamos que encuentro un reloj en el suelo y me preguntan cómo llegó hasta ahí el reloj. Difícilmente daría la respuesta que había dado antes, que, por lo que yo sabía, el reloj podría haber estado allí desde siempre. Pero ¿por qué esta respuesta no podría servir también para el reloj, como sirve para la piedra? ¿Por qué no es igualmente admisible en el segundo caso como en el primero? Por esta razón y por ninguna otra, a saber, que cuando inspeccionamos el reloj, percibimos (lo que no podríamos descubrir en la piedra) que sus diversas partes están diseñadas y ensambladas con un propósito, por ejemplo, que están formadas y ajustadas de tal manera que producen movimiento, y que ese movimiento está regulado para indicar la hora del día; que si las diversas partes hubieran tenido una forma diferente a la que tienen, un tamaño diferente al que tienen, o se hubieran colocado de cualquier otra manera, o en cualquier otro orden que no fuera el que tienen, entonces o bien no se habría producido ningún movimiento en la máquina, o ninguno que hubiera servido para el uso que ahora cumple.[…]Este mecanismo, una vez observado (ciertamente requiere un examen del instrumento y quizás algún conocimiento previo del tema para percibirlo y entenderlo; pero una vez que, como hemos dicho, se ha observado y comprendido), la inferencia, creemos, es inevitable: que el reloj debe haber tenido un creador; que debe haber existido, en algún momento y en algún lugar u otro, un artífice o artífices que lo formaron con el propósito que vemos que realmente cumple; quienes comprendieron su construcción y diseñaron su uso.[…]Solo mediante la evidencia de un diseño es posible dar testimonio de la existencia, la acción y la sabiduría del Ser Supremo a sus criaturas racionales. Esta es la escala por la cual ascendemos a todo el conocimiento de nuestro Creador[…]Si se elimina esto, nos quitan todo objeto de observación y base para el razonamiento; me refiero a cómo nuestras facultades racionales están configuradas en la actualidad. Cualquier cosa creada, Dios podría haberla hecho sin utilizar instrumentos o medios: pero es en la construcción de instrumentos, en la elección y adaptación de medios, donde se ve una inteligencia creativa. Es esto lo que constituye el orden y la belleza del universo.Paley, W. (2009). Natural theology: or evidences of the existence and attributes of the deity collected from the appearances of nature, pp. 1-43.
- ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
- Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
- Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
- ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.
Artículo
Pasos para escribir un artículo filosófico (II)
3. ¿Cómo seleccionar, analizar, sacar citas y referenciar los textos?
Sacar notas de las fuentes
Mientras leemos las fuentes que hemos seleccionado es preciso ir sacando notas de todo lo que nos vaya llamando la atención, ya sea porque nos parezca importante, chocante, intrigante, estemos fuertemente en desacuerdo con ello, etc.
Tomar nota consiste en escribir con nuestras propias palabras las ideas que acabamos de leer, así como las opiniones que tenemos sobre ellas o posibles preguntas que nos hayan provocado.
Se pueden seguir los siguientes pasos:
- Escribir en nuestro cuaderno el título del libro que vamos a leer.
- Después de leer algo que consideramos relevante, escribir en el cuaderno la página del libro donde aparece y, a continuación, las ideas tal y como nosotros las hemos entendido sin mirar de nuevo el texto. No se trata de sacar una cita directa, sino de anotar las ideas que nos ha inspirado el texto.
- No preocuparse por la extensión o la corrección sintáctica de lo que hemos escrito. Se trata de anotar nuestras ideas para no olvidarlas, no la redacción definitiva del artículo.
- Tras la sesión de lectura, cerrar el libro y ordenar de manera lógica las ideas anotadas.
- Con el libro cerrado, escribir en el cuaderno un resumen de lo que te haya parecido importante.
Analizar un texto
La lectura de las fuentes puede ser, a veces, difícil. Hay textos muy comprensibles, pero hay otros que necesitamos leer varias veces y despacio para poder entenderlos. No obstante, tanto para los primeros como para los segundos, es siempre útil acercarnos a ellos de una manera analítica.
Analizar un texto filosófico consiste en responder a las siguientes preguntas:
- ¿De qué trata el texto? El tema general, de qué va, sobre qué problema o cuestión versa. Si el texto coincide con un párrafo, el tema debería aparecer en la primera línea.
- ¿Qué dice el texto? La tesis, lo que afirma, lo que defiende el texto. Es decir, la respuesta que da el texto al problema que trata.
- ¿Por qué lo dice? Los argumentos que da para apoyar su postura frente al tema o problema.
- ¿Cómo lo dice? La forma o estructura argumental que el autor le ha dado al texto para hacerlo más comprensible, atractivo o convincente.
- ¿Para qué lo dice? Es decir, cuál es el objetivo que tuvo el autor al escribir ese texto, qué quería conseguir con él: convencer, rechazar, afirmar su acuerdo o desacuerdo con algo, etc.
Una vez analizado un texto ya sabremos muchas cosas:
- Si el tema del texto coincide o no con el de nuestra investigación.
- Si lo que dice es algo original o no, contrario o no a lo que dicen otros autores o nosotros mismos, etc.
- Si los argumentos que da son válidos, sólidos, fuertes, consistentes, razonables, etc., y si coinciden, complementan o contraponen a otros que conozcamos o se nos hayan ocurrido.
- Si la forma de argumentar es atractiva y consigue su objetivo, con vistas a si la podríamos adoptar para nuestro artículo o no.
- Identificar términos técnicos o desconocidos para nosotros que es necesario consultar en un diccionario generalista o especializado. Las diferentes interpretaciones que se han hecho de un término técnico pueden ser objeto de un buen artículo filosófico.
Citar un texto
Para referirnos en nuestro artículo a un texto de otro autor, tenemos que citarlo. Con ello conseguimos dos cosas. Por una parte, no confundir al lector, haciéndole pensar que determinada idea, argumento o incluso palabras literales son de nuestra autoría cuando no lo son. Hay que dejar siempre bien claro lo que decimos nosotros y separarlo de lo que dicen otras personas. Por otra parte, hay que ayudar al lector para que pueda localizar la idea, argumento o palabras textuales en su fuente original. De esa manera podrá contrastar si nosotros hemos sido fieles al recoger las ideas de otro autor y quizá servirse allí de otras que no hemos recogido en nuestro artículo. En definitiva, las citas sirven para prestigiar y hacer confiable nuestro trabajo. A grandes rasgos se puede distinguir dos tipos de citas: las indirectas y las directas.
Las citas directas son las que recogen de forma literal las palabras de una obra. Se utilizan para reproducir una definición exacta o un discurso destacado de un autor. De lo contrario, siempre son preferibles las citas indirectas. Si la cita directa tiene menos de 40 palabras, siempre debe ir entrecomillada. Por ejemplo:
Spinoza está en lo cierto cuando dice que «los hombres juzgan de las cosas según la disposición de su cerebro y que más bien las imaginan que las entienden» (Spinoza, 2000, p. 73), porque si no fuera así…
Si las citas directas tienen 40 palabras o más no van entre comillas, pero sí en un párrafo aparte:
De la misma forma opina Spinoza cuando dice lo siguiente:Estos dichos bastan para mostrar que los hombres juzgan de las cosas según la disposición de su cerebro y que más bien las imaginan que las entienden. Ya que, de haber entendido las cosas, éstas (testigo las Matemáticas), aunque no atrajeran a todos, al menos los convencerían. (Spinoza, 2000, p. 73)Esto supone que…
Las citas indirectas son aquellas en las que reformulamos con nuestras palabras o parafraseamos las ideas que queremos citar. Estas no van entrecomilladas ni en un párrafo aparte, sino que se integran en la propia redacción. Por ejemplo:
Spinoza apunta lo mismo cuando dice que los seres humanos valoramos las cosas siguiendo nuestra imaginación más que nuestro entendimiento, porque, si no fuera así, pasaría como con las matemáticas, con cuyos resultados todos estamos de acuerdo (Spinoza, 2000, p. 73).
Con las citas indirectas podemos enfocar la idea a citar de la mejor manera posible para integrarla en nuestra estructura argumentativa.
¿Cómo referenciar los textos?
Después de cada cita, ya sea directa o indirecta, hay que indicar el origen del texto citado. Hay muchos estilos para hacerlo: el APA, el Harvard, el Chicago, el Vancouver. Algunos utilizan una llamada numérica en el texto para luego poner la referencia a pie de página, mientras que otras introducen esa información en el cuerpo del texto. En los ejemplos de arriba se ha utilizado el estilo APA (American Psychological Association), que consiste en indicar en el texto y entre paréntesis el autor, la fecha de la obra citada y la página donde aparece el texto: (Autor, año, página).
Esas indicaciones precisan, además, de su referencia en una bibliografía. La bibliografía es un compendio de todas las obras citadas en un artículo, que deben presentarse en orden alfabético del primer apellido del autor. Siguiendo las normas del formato APA (7ª edición), las referencias bibliográficas deben seguir esta forma:
- Apellido, A. A. (fecha). Título del libro en cursiva. Editorial.
Por ejemplo:
- Spinoza, B. (2000). Ética demostrada según el orden geométrico. Trotta.
1. Cite de forma directa e indirecta y referencie los siguientes textos en formato APA:
a)
hasta ahora cada día de nuestra vida nos ha enseñado que las alegrías y los placeres, aun cuando se logren, son en sí mismos engañosos, no dan lo que prometen, no dejan el corazón satisfecho y su posesión está al menos amargada por las molestias que les acompañan o que surgen de ellos; mientras que, por el contrario, los dolores y los sufrimientos se muestran sumamente reales y a menudo superan todas las expectativas.
- Autor: Arthur Schopenhauer
- Obra: El mundo como voluntad y representación. Complementos
- Año: 2019
- Editorial: Trotta
- Página: 693
b)
Cuando el yo conoce los sentimientos dentro del organismo que los posee, éstos mejoran y amplifican el proceso de gestionar la vida.
- Autor: Antonio Damasio
- Obra: En busca de Spinoza
- Año: 2005
- Editorial: Crítica
- Página: 693
c)
La finalidad real de un estado debe comprender la mejora moral de sus ciudadanos, ya que debe ser una asociación de hombres que vivan juntos para alcanzar la mejor vida posible.
- Autor: George Holland Sabine
- Obra: Historia de la teoría política
- Año: 1979
- Editorial: FCE
- Página: 81
Pasos para escribir un artículo filosófico (VI)
¿Cómo escribir el Desarrollo de un artículo?
Partiendo de la estructura básica plasmada en la Introducción, que siempre está sujeta a cambios, se pueden distinguir tres fases o pasos en la redacción del desarrollo de un artículo: la producción, la edición y la revisión.
La producción
En la producción se trata de poner por escrito todas las ideas referentes a cada apartado que queramos expresar, es decir, el contenido de nuestro pensamiento.
- No hay que prestar atención a la corrección sintáctica ni ortográfica.
- Se deben escribir unas 10 o 15 frases, no importa de qué tamaño.
- Hay que seguir el orden lógico que tengamos en la cabeza. Luego habrá tiempo para reordenarlas.
- Se pueden ir usando las notas de las fuentes consultadas, incluso introduciendo citas.
La edición
En la edición se trata de prestar atención a la forma de expresión de las ideas que ya hemos expuesto para hacerlas más claras y accesibles posible a nuestros lectores.
- Hay que tener en cuenta que cada párrafo contiene un pequeño tema y cada frase u oración, una idea.
- Hay que tener en cuenta que los párrafos también tienen una estructura interna:
- Introducción:
- en las primeras líneas de cada párrafo hay que decir de qué va y cómo se relaciona con el párrafo anterior. Por ejemplo:
- oponer una idea con la vista en el párrafo anterior
- ejemplificar lo dicho en el párrafo anterior
- sacar una conclusión
- deducir algo del párrafo anterior
- profundizar en un aspecto del párrafo anterior
- generalizar una idea del párrafo anterior
- exponer la siguiente idea de una enumeración.
- en las primeras líneas de cada párrafo hay que decir de qué va y cómo se relaciona con el párrafo anterior. Por ejemplo:
- Desarrollo:
- en el cuerpo del párrafo hay que exponer los argumentos, explicarlos, citar las fuentes y explicarlas para que se entienda qué tienen que ver o cómo ayudan a lo que estamos argumentando
- hay que exponer los pros y los contras de cada argumento
- los argumentos deben seguir una secuencia lógica.
- Hay que tratar de explicar completamente todas nuestras ideas, sin dar nada por supuesto o entendido
- hay que utilizar la primera persona del singular para expresar las propias ideas y la tercera persona para las ideas de otros autores.
- hay que tratar de que la prosa sea clara, fluida y precisa:
- es conveniente hacer frases cortas y simples (sujeto, verbo y predicado).
- es conveniente evitar la concatenación de conjunciones, coordinaciones y subordinaciones.
- es conveniente evitar las frases hechas.
- respecto a la precisión:
- hay que buscar las palabras exactas.
- no hay que hacer oraciones imprecisas o vagas.
- no hay que aportar datos sin especificar la fuente.
- no se puede utilizar fuentes sin referenciar.
- Hay que buscar la concisión y brevedad.
- Es decir, hay que ir al grano y no contar cosas que no vienen a cuento o repetir varias veces de forma diferente lo ya dicho.
- en el cuerpo del párrafo hay que exponer los argumentos, explicarlos, citar las fuentes y explicarlas para que se entienda qué tienen que ver o cómo ayudan a lo que estamos argumentando
- Conclusión:
- al final de cada párrafo hay que hacer un breve resumen de lo argumentado en ese párrafo y exponer la conclusión a la que se ha llegado.
- Introducción:
- Una vez tengamos todos los párrafos escritos, hay que organizarlos de manera lógica. Es muy importante decidir la secuencia lógica de los párrafos para expresar claramente los argumentos que se quieren defender.
La revisión
Al revisar nuestro artículo tenemos que prestar atención a todos los posibles errores o desajustes que se nos hayan podido pasar por alto.
- Hay que mirar de nuevo el orden tanto de las ideas como de los párrafos a través de los cuales exponemos nuestros argumentos.
- Hay que fijarse en que:
- no haya citas en la introducción ni en la conclusión del artículo
- que no haya citas al final de ningún párrafo
- que no haya citas sin referenciar o explicar
- que nuestra interpretación sea fiel a lo que dicen los autores citados.
- Hay que revisar la redacción en sus aspectos gramaticales y ortográficos.
- Finalmente hay que preguntarse si en el artículo realmente se demuestra lo que se pretendía.
1. Haga uso de las anteriores indicaciones para escribir el Desarrollo del artículo. Este debe tener una extensión de unas cinco páginas escritas a Times New Roman, 12 puntos, márgenes inferior y superior de 2,5 cm, izquierdo y derecho de 3 cm, con un interlineado de 1,5.
Recursos
Bibliografía:
- Abbagnano, N. (1994). Historia de la filosofía. Vol 1: Hora.
- Agustín & Encuentra, O. A. (2010). Confesiones. Madrid: Gredos.
- Agustín. (1946). Obras completas de San Agustín III. Obras filosóficas. Madrid: BAC.
- Anselmo de Canterbury. (1998). Proslogion. Tecnos.
- Beuchot, M. (2013). Historia de la filosofía medieval, FCE.
- Bréhier, E. (1988). Historia de la filosofía I: Tecnos.
- Copleston, F. C. (2001). Historia de la filosofía II: Ariel.
- Copleston, F. C. (1994). Historia de la filosofía IIII: Ariel.
- Gaunilo de Marmoutier, Respuesta en favor del insensato, en Anselmo de Canterbury. (1970). Proslogion. Aguilar.
- Honderich, T. & García, T. C. (2001). Enciclopedia Oxford de filosofía.
- Paley, W. (2009). Natural theology: or evidences of the existence and attributes of the deity collected from the appearances of nature. Cambridge University Press.
- Ramon Guerrero, R. (2002). Historia de la filosofía medieval: Akal.
- Reale, G. & Antiseri, D. (1988). Historia del pensamiento filosófico y científico. Tomo I.
- Russell, B., Gómez, . S. J., Dorta, A., & Mosterín, J. (2004). Historia de la filosofía occidental. Pozuelo de Alarcón (Madrid): Espasa-Calpe.
- Sabine, G. H. (1979). Historia de la teoría política. Madrid: FCE.
- Sánchez, M. D. (2001). Teoría del conocimiento: Dykinson.
- Sánchez Meca, D. (2013). Historia de la filosofía antigua y medieval: Dykinson.
- Stevenson, L., Haberman, D. L., Wright, P. T. & Witt, C. (2018). Trece teorías de la naturaleza humana. Madrid: Cátedra.
- Störig, H. J. (2012). Historia universal de la filosofía. Madrid: Tecnos.
- Tomás & Martorell, J. (1994). Suma de teología: Vol. I. BAC.
- Tomás. (1993). Suma de teología: Vol. II. Madrid: BAC.
- Tomás. (1990). Suma de teología: Vol. III. Madrid: BAC.
- Tomás. (1994). Suma de teología. Vol. IV. Madrid: BAC.
Vídeos:
Argumentación
Posible cuestión del examen argumentativo:
1.- ¿Es posible demostrar la existencia de Dios?
Elementos del texto argumentativo
- Interpretación y contextualización de la cuestión
- Maneras de entender o interpretar la pregunta. ¿A qué se refiere la pregunta? Algunos de los conceptos que aparecen en ella se pueden interpretar de diferentes maneras, por lo que se puede referir a muchas cosas. Así que hay que interpretarla, concretarla. En este punto hay que señalar los conceptos que admiten más de una interpretación y escribir cómo se reformularía la pregunta inicial dándole cada una de esas interpretaciones.
- Implicaciones de tal o cual interpretación de la pregunta. De cada una de las interpretaciones que hemos dado de la pregunta inicial hay que decir qué consecuencias tendría planteárnoslas. Es decir, para qué serviría responder a cada una de esas interpretaciones.
- Relevancia o importancia de tal o cual interpretación. Hay que decir cuál de las interpretaciones que se han dado de la pregunta inicial sería más interesante o importante, diciendo por qué. Y también por qué las otras no son tan relevantes y por qué.
- Elección de una interpretación de la pregunta a la que dar respuesta. Aquí hay que decir que se elige dar respuesta a la interpretación que antes se ha dicho que es la más importante. Si se elige otra, sería incoherente, por lo que restaría puntos.
- Problemas u otras cuestiones asociadas a la interpretación elegida. La interpretación que se ha elegido como la más importante da lugar a otras preguntas relacionadas con ella. Aquí hay que escribir alguna de esas otras preguntas.
- Tesis (respuesta tentativa a la pregunta)
- Postura que se va a defender en la disertación. Es decir, aquí hay que responder en una frase clara y concisa a la interpretación que se ha elegido.
- Argumentos a favor de la tesis (al menos 2)
- Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que apoyen, sustenten, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
- Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
- Argumentos en contra de la tesis (al menos 2)
- Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que refuten, nieguen, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
- Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
- Valoración comentada de la potencia e importancia de los argumentos para apoyar o refutar la tesis. Aquí hay que decir qué tipo de argumentos, los a favor de la tesis o los en contra de la tesis, tienen más peso, son más razonables, argumentando por qué.
- Conclusión
- Explicación de si se reafirma en la tesis o se cambia de postura. Es decir, hay que explicitar si, dada la valoración hecha antes, se sigue estando de acuerdo con la tesis o si se ha cambiado de opinión porque han resultado más convincentes los argumentos en contra.
- Consecuencias o implicaciones para el mundo actual de la postura adoptada. Aquí hay que decir qué pasaría o debería pasar en el mundo si es correcta la conclusión final a la que se ha llegado.