Teoría del conocimiento

Teoría

 

TEORÍAS DEL CONOCIMIENTO CONTEMPORÁNEAS
El desarrollo espectacular de la física durante la modernidad, coronado por la mecánica newtoniana, provocó que esta ciencia fuese considerada como modelo para todas las demás y que, desde entonces, se entendiese que todo conocimiento o es científico o no es verdadero conocimiento. Por eso la filosofía comenzó a centrarse en el estatus de cada uno de los elementos que lo componen o contribuyen a él: las leyes y las teorías científicas. Las leyes científicas son enunciados universales que expresan relaciones constantes entre fenómenos. Puesto que su verdad depende de la experiencia, si una observación las contradice, se descartan por completo. Las teorías científicas son conjuntos de enunciados que sirven de explicación y predicción de fenómenos naturales. Su verdad también depende de la experiencia, pero están abiertas a matización y cambio, es decir, pueden evolucionar, por lo que no se desechan hasta que no aparecen otras teorías competidoras que tengan mayor alcance explicativo y precisión en sus predicciones. Respecto a las teorías científicas, John Herschel (1792-1871), hijo del astrónomo William Herschel (1738-1822), estableció una distinción fundamental entre el problema de cuál es la mejor manera para formularlas del de cómo se puede demostrar que son verdaderas, ya que, según él, el procedimiento usado para formular una teoría es totalmente irrelevante para el problema de su aceptabilidad. Esa es la misma distinción que hará más tarde el filósofo de la ciencia Hans Reichenbach (1891-1953) entre el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación. El contexto de descubrimiento se refiere a aquellos métodos por los cuales formamos teorías a partir de la observación de los fenómenos. El contexto de justificación remite a los procedimientos con los que tratamos de contrastar (confirmar o rechazar) tales teorías en la realidad.
Pierre Duhem
Por otra parte, el físico y filósofo de la ciencia Pierre Duhem (1861-1916) señaló que el procedimiento científico se halla todo él impregnado de consideraciones teóricas. Duhem recalcó que es imposible interpretar un fenómeno natural de una manera completamente objetiva y desprovista de asunciones teóricas. Además, ni siquiera las mediciones de los hechos experimentales son absolutamente precisas, por lo que pueden ser previstas por infinitas teorías. Esto es lo que se llama el problema de la infradeterminación de las teorías por los hechos, esto es, que los hechos son incapaces de discriminar una sola teoría como la correcta de las infinitas que pueden predecirlos. O, dicho de otra manera, infinitos hechos teóricos son compatibles con un conjunto de condiciones experimentalmente dadas.
Ernst Mach
Desde un punto de vista evolutivo, Ernst Mach (1838-1916) afirmó que las leyes y teorías científicas son reglas mnemotécnicas, es decir, formulaciones que condensan mucha información en poco espacio para poder recordarla, que nos ayudan a describir y anticipar fenómenos. Pero que funcionen no quiere decir que sean verdaderas, que reflejen verdaderamente la realidad. Mach entiende las teorías de una manera instrumentalista, como meras herramientas que nos sirven mejor o peor para manejarnos en el mundo, pero que no nos dicen cómo realmente es.
Moritz Schlick
La influencia de Mach fue honda en el físico y filósofo alemán Moritz Schlick (1882-1936), fundador del llamado Círculo de Viena, un movimiento de filósofos de la ciencia que defendía el empirismo lógico (también conocido como positivismo lógico o neopositivismo), es decir, la idea de que una teoría es científica solo si se basa en evidencias empíricas y es verificable. La verificabilidad de una teoría consistía, para ellos, en la posibilidad de ser contrastada con los hechos observables, de manera que si coinciden con lo que la teoría prevé, queda comprobado que esta es verdadera y, si no, que esta es falsa. Esta demanda de verificabilidad de las teorías les llevó a despreciar como metafísica toda aquella teoría que no cumpliese esos requisitos, lo que ocurre con gran parte de la filosofía continental de autores como, por ejemplo, Martin Heidegger.
Karl Popper
El filósofo austríaco Karl Popper (1902-1994) es considerado uno de los filósofos de la ciencia más importantes de la historia porque dio respuesta a muchas de las grandes preguntas que se planteaban en su época. Siguiendo a Duhem, consideró seriamente la dificultad que la infradeterminación de las teorías por los hechos supone para decidir racionalmente qué teoría es mejor y cuál es peor e, incluso, qué teoría es científica y cuál no. Pero criticó el criterio verificacionista del Círculo de Viena por el problema de la inducción o, como él lo llamó «el problema de Hume». El problema de la inducción consiste en que, como ya había señalado Hume, no es posible alcanzar un conocimiento absolutamente verdadero generalizando inductivamente observaciones particulares, por muchas que estas sean, pues tal salto es lógicamente ilegítimo. Lo que sí se puede hacer, según Popper, es alcanzar una certeza sobre qué teorías son falsas, en la medida en que se puedan deducir de ellas predicciones que, a través de experimentos cruciales, quepa comprobar que no se cumplen. Así, Popper contemplaba la historia de la ciencia como una secuencia de conjeturas, refutaciones, conjeturas revisadas y nuevas refutaciones, y llegó a la conclusión de que el rasgo distintivo de las teorías científicas es el de ser falsables, es decir, que se puedan desmentir o probar que son falsas. Para ello, toda teoría científica debe contener una serie de predicciones arriesgadas sobre lo que va a ocurrir en el futuro que permitan descartarla o falsarla si no se cumplen. Por lo tanto, Popper toma la falsabilidad como criterio de demarcación o distinción entre las teorías científicas y las no científicas. A Popper no le preocupa el contexto de descubrimiento, cómo lleguemos a formular o imaginar una teoría, puesto que, además de su cientificidad, su posible validez es una cuestión relativa al contexto de justificación. Por muchas comprobaciones y experimentos que apoyen lo predicho por una teoría, Popper sostiene que nunca podremos decir que esta sea verdadera. Lo único que podemos hacer con certeza es descartar que lo sea o, dicho de otra manera, demostrar que es falsa.
Thomas S. Kuhn
El filósofo de la ciencia Thomas S. Kuhn (1922-1996) es conocido por criticar la manera como se entendía, hasta el momento, el desarrollo de la ciencia, esto es, de forma lineal y progresiva. Para Kuhn, la historia de la ciencia está llena de saltos y discontinuidades, dintinguiéndose periodos de ciencia normal y periodos de ciencia revolucionaria. Las etapas de ciencia normal se caracterizan por tratar de solucionar los problemas o puzles propios de un paradigma. Un paradigma es un ideal común de explicación, un modelo teórico que incluye diferentes teorías y una serie de métodos para la resolución de problemas en la práctica científica en un momento dado. Por ejemplo, Kuhn distingue el paradigma físico aristotélico del paradigma newtoniano. Mientras que el primero discrimina entre el mundo sublunar y el mundo supralunar y defiende un modelo geocéntrico del sistema solar, el segundo afirma que todas las leyes físicas se cumplen en todas las partes del universo y aboga por un modelo heliocéntrico del sistema solar.
Generalmente, cuando surgen experiencias u observaciones, dentro de un periodo de ciencia normal, que parecen contradecir o señalar los límites del paradigma, con tal de no discutirlo, siempre se sospecha de un error de cálculo o de experimentación. Es decir, hay una tendencia conservadora y de inmunización del paradigma dominante respecto de contraejemplos que tratan de desestabilizarlo. Pero, a lo largo del tiempo, nuevos descubrimientos y datos incompatibles con el paradigma vigente resultan cada vez más difíciles de ignorar, de manera que este se empieza a cuestionar.
No obstante, la ciencia no entra en un período revolucionario hasta que surge un paradigma alternativo. Podría parecer que lo que se necesita en esta fase es una comparación racional de los dos paradigmas para ver cuál de ellos resuelve más problemas y mejor. Pero una de las ideas clave de Kuhn es la de que los paradigmas son inconmensurables entre sí. Es decir, que no existe un lenguaje común en base al cual podamos comparar las teorías de los paradigmas. De hecho, cada paradigma tiene su propio lenguaje, sus propios métodos explicativos y hasta sus propios problemas. Por ejemplo, no significa lo mismo el término gravedad en el paradigma aristotélico que en el paradigma newtoniano (tampoco en el einsteniano ni en el cuántico), y eso da lugar a que las preguntas que se puedan plantear respecto a ella desde el paradigma newtoniano sean completamente diferentes a las que surgen en el paradigma aristotélico. Kuhn llegó a argumentar que el mundo es completamente diferente dentro de un paradigma o de otro, como ocurre cuando observamos el tipo de imágenes estudiadas en la psicología de la Gestalt.
Paul Feyerabend
Paul Feyerabend (1924-1994) fue un físico y filósofo de la ciencia austríaco que abogó por la teoría del anarquismo epistemológico. Según esta perspectiva, no debe haber reglas fijas o jerarquías que guíen la práctica científica. Consideraba que la imposición de un método único y estricto era una limitación para el avance del conocimiento. En lugar de seguir una estructura rígida, argumentaba que los científicos deberían tener la libertad de explorar diversas teorías y enfoques sin restricciones. La noción de anarquismo aquí se refería más a una «anarquía» en el sentido de ausencia de un dogma metodológico que a una ausencia de orden o disciplina. Feyerabend sostenía que esta flexibilidad de enfoque permitiría a los científicos ser más creativos y adaptarse a los problemas y desafíos de investigación de manera más efectiva.
En lo que respecta a la naturaleza histórica y social de la ciencia, Feyerabend subrayó que el desarrollo científico no es un proceso aislado de la sociedad y la cultura en la que se lleva a cabo. Argumentaba que los factores culturales, políticos, económicos e incluso personales influyen en la dirección y aceptación de las teorías científicas. Esto desafiaba la noción tradicional de que la ciencia progresa mediante la acumulación lineal de conocimiento objetivo y neutral. En cambio, Feyerabend sostenía que el desarrollo científico es un proceso más caótico y desordenado, en el que las teorías pueden ser influenciadas tanto por evidencia empírica como por cuestiones sociales, culturales y políticas.

Cargador Cargando...
Logotipo de EAD ¿Tarda demasiado?

Recargar Recargar el documento
| Abrir Abrir en una nueva pestaña

Descargar [68.34 KB]


Práctica

1. Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario.

2. Vea el siguiente vídeo y responda a este cuestionario:

3.- Observe las siguientes imágenes y relaciónelas con la filosofía de la ciencia de Thomas S. Kuhn:
twarz2 ley figura fondo

 

4.- Lea atentamente estos textos y responda a las preguntas:
[H]ay dos escollos inevitables que impiden al físico utilizar la vía puramente inductiva. En primer lugar, no hay ninguna ley experimental que pueda ser utilizada por el te6rico si antes no ha sido objeto de una interpretación que la convierta en una ley simbólica, y esta interpretación implica la adhesión a todo un conjunto de teorías. En segundo lugar, ninguna ley experimental es exacta, sino solamente aproximada, de modo que es susceptible de una infinidad de traducciones simbólicas distintas. Y entre todas estas traducciones, el físico ha de elegir la que proporcionara a la teoría una hipótesis fecunda, sin que sea la experiencia la que guíe su elección.
Esta crítica del método newtoniano nos lleva a las mismas conclusiones a las que nos había llevado la crítica de la contradicción experimental y del experimentum crucis. Vale la pena que formulemos esas conclusiones con claridad. Son las siguientes:
Intentar separar cada una de las hipótesis de la física teórica de las otras suposiciones en las que se basa esta ciencia, a fin de someterla aisladamente al control de la observación, es perseguir una quimera, ya que la realización y la interpretación de cualquier experimento de física implican adhesión a todo un conjunto de proposiciones teóricas.
Duhem, P. (2003). La teoría física, su objeto y su estructura, p. 263.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

De acuerdo con una tesis que tiene gran aceptación —y a la que nos opondremos en este libro—, las ciencias empíricas pueden caracterizarse por el hecho de que emplean los llamados «métodos inductivos». Según esta tesis, la lógica de la investigación científica sería idéntica a la lógica inductiva, es decir, al análisis lógico de tales métodos inductivos.
Es corriente llamar «inductiva» a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares (llamados, a veces, enunciados «particulares»), tales como descripciones de los resultados de observaciones o experimentos, a enunciados universales, tales como hipótesis o teorías.
Ahora bien, desde un punto de vista lógico dista mucho de ser obvio que estemos justificados al inferir enunciados universales partiendo de enunciados singulares, por elevado que sea su número; pues cualquier conclusión que saquemos de este modo corre siempre el riesgo de resultar un día falsa: así, cualquiera que sea el número de ejemplares de cisnes blancos que hayamos observado, no está justificada la conclusión de que todos los cisnes sean blancos.
Se conoce con el nombre del problema de la inducción la cuestión acerca de si están justificadas las inferencias inductivas, o de bajo qué condiciones lo están.
El problema de la inducción puede formularse, asimismo, como la cuestión sobre cómo establecer la verdad de los enunciados universales basados en la experiencia —como son las hipótesis y los sistemas teóricos de las ciencias empíricas—. Pues muchos creen que la verdad de estos enunciados se «sabe por experiencia»; sin embargo, es claro que todo informe en que se da cuenta de una experiencia —o de una observación, o del resultado de un experimento— no puede ser originariamente un enunciado universal, sino sólo un enunciado singular. Por lo tanto, (quien dice que sabemos por experiencia la verdad de un enunciado universal suele querer decir que la verdad de dicho enunciado puede reducirse, de cierta forma, a la verdad de otros enunciados —éstos singulares— que son verdaderos según sabemos por experiencia; lo cual equivale a decir que los enunciados universales están basados en inferencias inductivas. Así pues, la pregunta acerca de si hay leyes naturales cuya verdad nos conste viene a ser otro modo de preguntar si las inferencias inductivas están justificadas lógicamente.
Popper, K. R. & Sánchez, S. V. (1962). La lógica de la investigación científica, pp. 27-28.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Nunca es posible «justificar» o verificar las teorías científicas. Mas, a pesar de ello, una hipótesis determinada. A, puede aventajar bajo ciertas circunstancias a otra, B: bien sea porque B esté en contradicción con ciertos resultados de observación —y, por tanto, quede «falsada» por ellos—, o porque sea posible deducir más predicciones valiéndose de A que de B. Lo más que podemos decir de una hipótesis es que hasta el momento ha sido capaz de mostrar su valía, y que ha tenido más éxito que otras: aun cuando, en principio, jamás cabe justificarla, verificarla ni siquiera hacer ver que sea probable. Esta evaluación de la hipótesis se apoya exclusivamente en las consecuencias deductivas (predicciones) que pueden extraerse de ella: no se necesita ni mencionar la palabra «inducción»).
(…)
A mi entender, tenemos que hacernos a la idea de que no hemos de considerar la ciencia como un «cuerpo de conocimientos», sino más bien como un sistema de hipótesis: es decir, como un sistema de conjeturas o anticipaciones que —por principio— no son susceptibles de justificación, pero con las que operamos mientras salgan indemnes de las contrastaciones; y tales que nunca estaremos justificados para decir que son «verdaderas», «más o menos ciertas», ni siquiera «probables».
Popper, K. R. & Sánchez, S. V. (1962). La lógica de la investigación científica, pp. 293-294.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

[L]as revoluciones científicas se consideran aquí como aquellos episodios de desarrollo no acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado, completamente o en parte, por otro nuevo e incompatible. Sin embargo, hay mucho más que decir al respecto y podemos presentar una parte de ello mediante una pregunta más. ¿Por qué debe llamarse revolución a un cambio de paradigma? Frente a las diferencias tan grandes y esenciales entre el desarrollo político y el científico, ¿qué paralelismo puede justificar la metáfora que encuentra revoluciones en ambos?
Uno de los aspectos del paralelismo debe ser ya evidente. Las revoluciones políticas se inician por medio de un sentimiento, cada vez mayor, restringido frecuentemente a una fracción de la comunidad política, de que las instituciones existentes han cesado de satisfacer adecuadamente los problemas planteados por el medio ambiente que han contribuido en parte a crear. De manera muy similar, las revoluciones científicas se inician con un sentimiento creciente, también a menudo restringido a una estrecha subdivisión de la comunidad científica, de que un paradigma existente ha dejado de funcionar adecuadamente en la exploración de un aspecto de la naturaleza, hacia el cual, el mismo paradigma había previamente mostrado el camino. Tanto en el desarrollo político como en el científico, el sentimiento de mal funcionamiento que puede conducir a la crisis es un requisito previo para la revolución.
Kuhn, T. S. & Solís, S. C. (1971). La estructura de las revoluciones científicas, pp. 149-151.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

En un sentido que soy incapaz de explicar de manera más completa, quienes proponen los paradigmas en competencia practican sus profesiones en mundos diferentes. Unos contienen cuerpos forzados que caen lentamente y otros péndulos que repiten sus movimientos una y otra vez. En un caso, las soluciones son compuestos, en otro, mezclas. Uno se encuentra inserto en una matriz plana del espacio, el otro en una curva. Al practicar sus profesiones en mundos diferentes, los dos grupos de científicos ven cosas diferentes cuando miran en la misma dirección desde el mismo punto. Nuevamente, esto no quiere decir que pueden ver lo que deseen. Ambos miran al mundo y aquello a lo que miran no ha cambiado. Pero, en ciertos campos, ven cosas diferentes y las ven en relaciones distintas unas con otras. Es por eso por lo que una ley que ni siquiera puede ser establecida por demostración a un grupo de científicos, a veces puede parecerle a otro intuitivamente evidente. Por eso, asimismo, antes de que puedan esperar comunicarse plenamente, un grupo o el otro deben experimentar la conversión que hemos estado llamando cambio de paradigma. Precisamente porque es una transición entre inconmensurables, la transición entre paradigmas en competencia no puede llevarse a cabo paso a paso, forzada por la lógica y la experiencia neutral. Como el cambio de forma (Gestalt), debe tener lugar de una sola vez (aunque no necesariamente en un instante) o no ocurrir en absoluto. Entonces, ¿cómo llegan los científicos a hacer esta trasposición? Parte de la respuesta es que con mucha frecuencia no la hacen.
Kuhn, T. S. & Solís, S. C. (1971). La estructura de las revoluciones científicas, pp. 233-234.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Dondequiera que miremos y sean cuales fueren los ejemplos que consideremos, vemos que los principios del racionalismo crítico (tomar en serio las falsaciones; aumentar el contenido; evitar las hipótesis ad hoc; ‘ser honestos’, cualquiera que sea el significado de esta expresión, etc.) y, a fortiori, los principios del empirismo lógico (ser rigurosos, basar las teorías sobre mediciones; evitar las ideas vagas e inestables, etc.), ofrecen una explicación inadecuada del desarrollo pasado de la ciencia y tienden a obstaculizar la ciencia en el futuro. Ofrecen una explicación inadecuada de la ciencia porque la ciencia es mucho más ‘cenagosa’ e ‘irracional’ que su imagen metodológica. Y tienden a obstaculizarla porque el intento de hacer más ‘racional’ y más rigurosa la ciencia desemboca, como hemos visto, en su destrucción. En consecuencia, la diferencia entre ciencia y metodología, que constituye un hecho histórico obvio, indica una debilidad de esta última y tal vez también de las ‘leyes de la razón’. Pues, lo que parece ser ‘ciénaga’, ‘caos’ y ‘oportunismo’ al compararse con tales leyes, tiene una función muy importante en el desarrollo de las teorías que hoy consideramos como partes esenciales de nuestro conocimiento de la naturaleza. Semejantes ‘desviaciones’ y ‘errores’ son prerrequisitos del progreso. Permiten al conocimiento sobrevivir en este complejo y difícil mundo que habitamos, y permiten que nosotros continuemos siendo agentes libres y felices. Sin ‘caos’, no hay conocimiento. Sin un olvido frecuente de la razón, no hay progreso. Las ideas que hoy día constituyen la base misma de la ciencia existen sólo porque hubo cosas tales como el prejuicio, el engaño y la pasión; porque estas cosas se opusieron a la razón; y porque se les permitió seguir su camino. Hemos de concluir, pues, que incluso en ciencia la razón no puede ser, y no debería permitirse que fuera, comprehensiva y que debe ser marginada, o eliminada, con frecuencia en favor de otras instancias. No existe una sola regla que continúe siendo válida en todas las circunstancias y no existe una sola instancia a la que se pueda apelar siempre.
Feyerabend, P. (1986). Tratado contra el método, p. 166.
  1. ¿Cuál es la pregunta que trata de responder este texto?
  2. Explique con sus palabras la tesis que se defiende en el texto.
  3. Muestre las ideas y la estructura argumental de que se sirve el autor para defender esa tesis.
  4. ¿Qué otra posible respuesta puede darse o se ha dado en la historia de la filosofía a la pregunta que trata de responder este texto? Dé al menos dos argumentos para apoyarla.

 

Artículo

 

Pasos para escribir un artículo filosófico (IV)

 

4. ¿Cómo sacar citas y referenciar los textos?
Citar un texto
Para referirnos en nuestro artículo a un texto de otro autor, tenemos que citarlo. Con ello conseguimos dos cosas. Por una parte, no confundir al lector, haciéndole pensar que determinada idea, argumento o incluso palabras literales son de nuestra autoría cuando no lo son. Hay que dejar siempre bien claro lo que decimos nosotros y separarlo de lo que dicen otras personas. Por otra parte, hay que ayudar al lector para que pueda localizar la idea, argumento o palabras textuales en su fuente original. De esa manera podrá contrastar si nosotros hemos sido fieles al recoger las ideas de otro autor y quizá servirse allí de otras que no hemos recogido en nuestro artículo. En definitiva, las citas sirven para prestigiar y hacer confiable nuestro trabajo. A grandes rasgos se puede distinguir dos tipos de citas: las indirectas y las directas.
Las citas directas son las que recogen de forma literal las palabras de una obra. Se utilizan para reproducir una definición exacta o un discurso destacado de un autor. De lo contrario, siempre son preferibles las citas indirectas. Si la cita directa tiene menos de 40 palabras, siempre debe ir entrecomillada. Por ejemplo:
Spinoza está en lo cierto cuando dice que «los hombres juzgan de las cosas según la disposición de su cerebro y que más bien las imaginan que las entienden» (Spinoza, 2000, p. 73), porque si no fuera así…
Si las citas directas tienen 40 palabras o más no van entre comillas, pero sí en un párrafo aparte:
De la misma forma opina Spinoza cuando dice lo siguiente:
Estos dichos bastan para mostrar que los hombres juzgan de las cosas según la disposición de su cerebro y que más bien las imaginan que las entienden. Ya que, de haber entendido las cosas, éstas (testigo las Matemáticas), aunque no atrajeran a todos, al menos los convencerían. (Spinoza, 2000, p. 73)
Esto supone que…
Las citas indirectas son aquellas en las que reformulamos con nuestras palabras o parafraseamos las ideas que queremos citar. Estas no van entrecomilladas ni en un párrafo aparte, sino que se integran en la propia redacción. Por ejemplo:
Spinoza apunta lo mismo cuando dice que los seres humanos valoramos las cosas siguiendo nuestra imaginación más que nuestro entendimiento, porque, si no fuera así, pasaría como con las matemáticas, con cuyos resultados todos estamos de acuerdo (Spinoza, 2000, p. 73).
Con las citas indirectas podemos enfocar la idea a citar de la mejor manera posible para integrarla en nuestra estructura argumentativa.

 

¿Cómo referenciar los textos?
Después de cada cita, ya sea directa o indirecta, hay que indicar el origen del texto citado. Hay muchos estilos para hacerlo: el APA, el Harvard, el Chicago, el Vancouver. Algunos utilizan una llamada numérica en el texto para luego poner la referencia a pie de página, mientras que otras introducen esa información en el cuerpo del texto. En los ejemplos de arriba se ha utilizado el estilo APA (American Psychological Association), que consiste en indicar en el texto y entre paréntesis el autor, la fecha de la obra citada y la página donde aparece el texto: (Autor, año, página).
Esas indicaciones precisan, además, de su referencia en una bibliografía. La bibliografía es un compendio de todas las obras citadas en un artículo, que deben presentarse en orden alfabético del primer apellido del autor. Siguiendo las normas del formato APA (7ª edición), las referencias bibliográficas deben seguir esta forma:
  • Apellido, A. A. (fecha). Título del libro en cursiva. Editorial.
Por ejemplo:
  • Spinoza, B. (2000). Ética demostrada según el orden geométrico. Trotta.

 


1. Cite de forma directa e indirecta y referencie los siguientes textos en formato APA:
a)
hasta ahora cada día de nuestra vida nos ha enseñado que las alegrías y los placeres, aun cuando se logren, son en sí mismos engañosos, no dan lo que prometen, no dejan el corazón satisfecho y su posesión está al menos amargada por las molestias que les acompañan o que surgen de ellos; mientras que, por el contrario, los dolores y los sufrimientos se muestran sumamente reales y a menudo superan todas las expectativas.
  • Autor: Arthur Schopenhauer
  • Obra: El mundo como voluntad y representación. Complementos
  • Año: 2019
  • Editorial: Trotta
  • Página: 693

 

b)
Cuando el yo conoce los sentimientos dentro del organismo que los posee, éstos mejoran y amplifican el proceso de gestionar la vida.
  • Autor: Antonio Damasio
  • Obra: En busca de Spinoza
  • Año: 2005
  • Editorial: Crítica
  • Página: 693

 

c)
La finalidad real de un estado debe comprender la mejora moral de sus ciudadanos, ya que debe ser una asociación de hombres que vivan juntos para alcanzar la mejor vida posible.
  • Autor: George Holland Sabine
  • Obra: Historia de la teoría política
  • Año: 1979
  • Editorial: FCE
  • Página: 81

 

Recursos

 

Bibliografía:
  • Abbagnano, N. (1985). Historia de la filosofía. Vol 3. Barcelona: Hora.
  • Chalmers, A. (2010). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?. S. XXI.
  • Duhem, P. (2003). La teoría física, su objeto y su estructura. Herder.
  • Echeverría, J. (1995). Filosofía de la ciencia. Akal.
  • Feyerabend, P. (1986). Tratado contra el método. Tecnos.
  • Feyerabend, P. (1998). La ciencia en una sociedad libre. Siglo XXI.
  • Feyerabend, P. (1996). Adiós a la razón. Tecnos.
  • Hottois, G. & Galmarini, M. A. (1999). Historia de la filosofía del Renacimiento a la posmodernidad. Madrid: Cátedra.
  • Kenny, A. (2005). Breve historia de la filosofía occidental: Paidós.
  • Kuhn, T. S. (1978). La revolución copernicana: La astronomía planetaria en el desarrollo del pensamiento. Barcelona: Ariel.
  • Kuhn, T. S. & Solís, S. C. (1971). La estructura de las revoluciones científicas. México: FCE.
  • Kuhn, Th. S. (1982) La tensión esencial. FCE.
  • Losee, J. (1981). Introducción histórica a la filosofía de la ciencia. Alianza.
  • Popper, K. R. (1998). La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona: Paidós.
  • Popper, K. R. & Solís, S. C. (1992). Conocimiento objetivo: Un enfoque evolucionista. Madrid: Tecnos.
  • Popper, K. R. & Míguez, N. (1983). Conjeturas y refutaciones: El desarrollo del conocimiento científico. Barcelona: Paidós.
  • Popper, K. R. & Sánchez, S. V. (1962). La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos.
  • Reale, G. & Antiseri, D. (1988). Historia del pensamiento filosófico y científico. Tomo III. Barcelona: Herder.
  • Russell, B., Gómez, . S. J., Dorta, A., & Mosterín, J. (2004). Historia de la filosofía occidental. Pozuelo de Alarcón (Madrid): Espasa-Calpe.
  • Sánchez, M. D. (2001). Teoría del conocimiento. Madrid: Dykinson.
  • Störig, H. J. (2012). Historia universal de la filosofía. Madrid: Tecnos.
  • Villoro, L. (2008). Creer, saber, conocer. S. XXI.

 

Vídeos:

 

Argumentación

 

Posible cuestión del examen argumentativo:
1.- ¿Podemos estar seguros de que una teoría científica es verdadera?

 

Elementos del texto argumentativo
  • Interpretación y contextualización de la cuestión
    • Maneras de entender o interpretar la pregunta. ¿A qué se refiere la pregunta? Algunos de los conceptos que aparecen en ella se pueden interpretar de diferentes maneras, por lo que se puede referir a muchas cosas. Así que hay que interpretarla, concretarla. En este punto hay que señalar los conceptos que admiten más de una interpretación y escribir cómo se reformularía la pregunta inicial dándole cada una de esas interpretaciones.
    • Implicaciones de tal o cual interpretación de la pregunta. De cada una de las interpretaciones que hemos dado de la pregunta inicial hay que decir qué consecuencias tendría planteárnoslas. Es decir, para qué serviría responder a cada una de esas interpretaciones.
    • Relevancia o importancia de tal o cual interpretación. Hay que decir cuál de las interpretaciones que se han dado de la pregunta inicial sería más interesante o importante, diciendo por qué. Y también por qué las otras no son tan relevantes y por qué.
    • Elección de una interpretación de la pregunta a la que dar respuesta. Aquí hay que decir que se elige dar respuesta a la interpretación que antes se ha dicho que es la más importante. Si se elige otra, sería incoherente, por lo que restaría puntos.
    • Problemas u otras cuestiones asociadas a la interpretación elegida. La interpretación que se ha elegido como la más importante da lugar a otras preguntas relacionadas con ella. Aquí hay que escribir alguna de esas otras preguntas.
  • Tesis (respuesta tentativa a la pregunta)
    • Postura que se va a defender en la disertación. Es decir, aquí hay que responder en una frase clara y concisa a la interpretación que se ha elegido.
  • Argumentos a favor de la tesis (al menos 2)
    • Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que apoyen, sustenten, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
    • Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
  • Argumentos en contra de la tesis (al menos 2)
    • Explicación detallada de cada argumento. Deben ser argumentos que refuten, nieguen, la tesis dada y deben de estar clara y suficientemente explicados. Se pueden poner ejemplos.
    • Se debe utilizar, al menos, una cita bien referenciada y explicada de una fuente fiable. Se pueden utilizar citas directas e indirectas.
  • Valoración comentada de la potencia e importancia de los argumentos para apoyar o refutar la tesis. Aquí hay que decir qué tipo de argumentos, los a favor de la tesis o los en contra de la tesis, tienen más peso, son más razonables, argumentando por qué.
  • Conclusión
    • Explicación de si se reafirma en la tesis o se cambia de postura. Es decir, hay que explicitar si, dada la valoración hecha antes, se sigue estando de acuerdo con la tesis o si se ha cambiado de opinión porque han resultado más convincentes los argumentos en contra.
    • Consecuencias o implicaciones para el mundo actual de la postura adoptada. Aquí hay que decir qué pasaría o debería pasar en el mundo si es correcta la conclusión final a la que se ha llegado.