Cómo hacer un artículo filosófico
¿QUÉ ES UN ARTÍCULO FILOSÓFICO?
Un artículo filosófico es un ensayo o trabajo de investigación en el que se analiza un problema filosófico concreto con el objetivo de aclararlo, resolverlo o dar una nueva perspectiva sobre él. No se trata de demostrar la propia erudición, cuánto se sabe de un tema, sino de explorar y tratar de llegar al conocimiento o clarificación de una cuestión. Los temas a tratar pueden ser:
- Abiertos y generales (por ejemplo: la libertad humana, la belleza, el bien), que permiten al autor seleccionar con libertad los autores y teorías filosóficas a emplear para apoyar y desarrollar sus propias ideas.
- Cerrados y concretos (por ejemplo: el conocimiento para Platón, el movimiento en Heráclito), que requieren del autor el conocimiento previo de los principales argumentos de los autores que se analizan.
- De contrastación (por ejemplo: las posiciones de Parménides y Heráclito respecto al movimiento, Sócrates vs. los sofistas), en los que se contrastan y valoran los puntos de vista de varios autores o corrientes filosóficas. En estos se trata de analizar los argumentos de cada uno, ver los puntos a favor y en contra, y dar una visión propia del asunto.
¿CÓMO ES UN ARTÍCULO FILOSÓFICO?
Un trabajo de investigación filosófica tiene como objetivo profundizar en el conocimiento de un problema filosófico concreto. Para ello es preciso que ese trabajo cumpla una serie de requisitos formales que faciliten su evaluación por otros investigadores, así como su difusión. Los trabajos de investigación filosófica tienen, por lo general, forma de artículo. Un artículo filosófico tiene los siguientes elementos:
- Título. Tiene que ser breve y explicativo del tema o problema que se trata en el artículo.
- Nombre y apellidos. A veces también se incluye la institución en la que trabaja, sus cargos en diferentes sociedades o grupos de investigación, obras publicadas destacadas y correo electrónico de contacto.
- Resumen o abstract. Breve exposición del tema que se va a tratar, en la que se dice qué objetivo se tiene y cómo se va a tratar de conseguir.
- Palabras clave. Conjunto de palabras o expresiones (en torno a cinco o seis) que identifican y permiten encontrar el artículo fácilmente en un buscador.
- Diferentes secciones o partes del artículo que siguen el modelo clásico de introducción, desarrollo y conclusión, cada una de las cuales puede llevar un título.
- Introducción. El primer apartado siempre tiene que ser la Introducción. En ella hay que explicitar:
- Contexto, relevancia y justificación: explicar por qué es relevante, importante, interesante en la actualidad y, por tanto, por qué es necesario el presente artículo.
- Estado de la cuestión: decir qué otros autores han tratado ese tema, resumiendo su posición.
- Concreción del tema: explicar cuál es el tema que se va a tratar, planteado como pregunta o problema.
- Objetivo: decir cuál es la respuesta o solución que damos a la pregunta o problema que se plantea como tema. Es decir, aquí hay que explicitar la tesis que se tratará de defender en el artículo.
- Metodología: explicar qué pasos se van a dar para alcanzar el objetivo propuesto (analizar determinado/s texto/s, criticar determinada/s idea/s, contrastar determinado/s argumento/s de tal o cual autor, etc.).
- Desarrollo. Los siguientes apartados son divisiones en las que se ordena el desarrollo del artículo.
- Cada apartado es una división lógica en la que se trata un aspecto concreto del tema del artículo.
- Cada apartado está constituido por varios párrafos:
- Párrafo introductorio en el que se explicita qué se va a tratar en ese apartado y cómo se ordenará.
- Párrafos de desarrollo. Cada uno de los párrafos expresa un asunto concreto, y también tiene una estructura interna:
- Las primeras líneas de cada párrafo sirven como introducción, esto es, decir el tema del párrafo y cómo se relaciona con el párrafo anterior (ofrecer una posición contraria a la del párrafo anterior, ejemplificar lo dicho en el párrafo anterior, profundizar en algún aspecto de lo dicho en el anterior, deducir alguna conclusión de lo dicho en el anterior, generalizar una idea del párrafo anterior, exponer la siguiente idea de una enumeración comenzada antes, etc.)
- Las siguientes líneas son de desarrollo, en las que se exponen los argumentos, se citan las ideas de otros autores, se explican las citas, se ofrecen ejemplos, etc. Se pueden utilizar citas directas o indirectas, siempre explicando o interpretando a continuación cada una de ellas y argumentando qué tiene que ver o cómo ayuda a entender lo que estamos argumentando. También hay que criticar, señalando los pros y los contras, de cada argumento propio y ajeno. Todo ello debe seguir un orden lógico y estar expresado de la forma más clara y entendible.
- Las últimas líneas de cada párrafo sirven como conclusión o resumen de lo expuesto en ese párrafo.
- Párrafo de conclusiones, en el que se recopilan las conclusiones parciales de cada párrafo de desarrollo y se ofrecen conclusiones generales sobre el asunto tratado en ese apartado.
- Conclusión. El último apartado siempre tiene que ser la conclusión. En él hay que explicitar las conclusiones a las que se ha llegado en cada apartado, mostrando su relación y coherencia respecto al objetivo señalado en la Introducción. Es decir, se trata de demostrar la tesis explicitada en la Introducción, apoyándose en las conclusiones a las que se ha ido llegando.
- Referencias bibliográficas utilizadas. Listado ordenado alfabéticamente de las obras consultadas para la elaboración del artículo, tanto las que se citan como las que no.
- Introducción. El primer apartado siempre tiene que ser la Introducción. En ella hay que explicitar:
PASOS PARA ESCRIBIR UN ARTÍCULO FILOSÓFICO
1. ¿Cómo elegir el tema?
Tipos de temas
Para elegir un tema adecuado, hay que decidir si se prefiere investigar sobre un tema abierto y general, uno cerrado y concreto o uno de contraste entre varias posiciones.
Tema abierto y general:
Se trata de temas como La felicidad o El conocimiento humano, en el que prima el enfoque personal o ideas previas de cada autor, pues este tiene libertad para elegir las fuentes que le permitan desarrollar su propio pensamiento. Esta clase de temas tiene, principalmente, dos tipos de dificultades. En primer lugar, dar con un punto de vista personal y original sobre ellos. Por eso es muy común que el enfoque vaya cambiando o afinando según se vaya avanzando en el proceso de investigación y reflexión. En segundo lugar, la selección de fuentes relevantes para el enfoque que se le dé. Eso requiere de un gran conocimiento de todas las fuentes disponibles. Por otra parte, la selección de las fuentes tiene que estar justificada. Por ejemplo, no sería razonable tratar el problema del cambio climático buscando fuentes de la Edad Media, pues no es un tema que se tratase en aquella época.
Tema cerrado y concreto:
Son temas como La justicia en la República de Platón o La vía de la verdad en el poema de Parménides, que se centran en unos autores u obras concretas. Por eso es muy importante conocer en profundidad los argumentos involucrados en ellos. Esta clase de temas tiene, principalmente, dos tipos de dificultades. La primera consiste en formular con precisión la pregunta o cuestión que se va a tratar. Esta tiene que ser muy concreta para poder ordenar en torno a ella toda la estructura argumental. Si resulta demasiado amplia o vaga, será imposible avanzar una tesis y apoyarla de forma eficaz con nuestros argumentos. La segunda consiste en contextualizar suficientemente el origen y los filósofos involucrados en el tema. Por ejemplo, si el tema es La justicia en la República de Platón, habría que explicar el contexto sociopolítico en el que Platón escribió esa obra y qué es lo que pretendía con ella.
Tema de contraste entre varias posiciones:
Son temas como El problema del movimiento en Heráclito y Parménides o Las normas sociales para Sócrates y los sofistas. Es decir, son temas en los que se confrontan las posiciones de dos o más filósofos o corrientes filosóficas. Esta clase de temas requiere del conocimiento preciso de los argumentos de cada una de las partes, así como sus puntos fuertes y débiles, para valorarlos con objetividad y poder luego proponer un veredicto justo.
La emergencia del tema
Una vez que tenemos claro el tipo de tema que queremos abordar hay que pensar en los autores o corrientes del pensamiento que nos resultan más atractivos, los que mejor entendemos, aquellos con los que estamos más de acuerdo y con los que menos, etc., teniendo siempre como horizonte la idea de hacer un artículo sobre ellos. En este punto, lo mejor es ir a lo más cercano, sencillo, entendible y fácil para nosotros, puesto que la complejidad la encontraremos inevitablemente según profundicemos en la investigación.
La concreción del tema está imbricada o superpuesta a la selección de las fuentes. Si nos interesa, por ejemplo, la figura de Platón, lo primero es conocer algo más de él a través de vídeos, documentales, manuales de divulgación o enciclopedias, que nos proporcionarán puntos de vista y temas más específicos que quizá no conocíamos. De esa manera veremos cómo el tema que realmente nos interesa emerge de entre todos los demás.
Posibles temas
Antropología
|
Teoría del conocimiento
|
Ética o moral
|
Metafísica u ontología
|
Sociedad o política
|
La elección del tema del artículo es clave. Se debe elegir uno que le llame la atención, le atraiga por alguna razón, lo considere importante, sienta alguna curiosidad por él, que sea divertido o sobre el que se tenga una fuerte opinión previa, ya sea a favor o en contra. la elección de un tema que se considera aburrido dará lugar a falta de interés por estudiarlo y a un artículo malo.
2. ¿Cómo seleccionar las fuentes?
La selección de las fuentes debe empezar por las fuentes secundarias para luego acceder a las fuentes primarias:
- Las fuentes secundarias son los documentos, libros, artículos, etc. de autores que comentan o interpretan lo que dicen las fuentes primarias. Por ejemplo, W. K. C. Guthrie, en su obra Historia de la filosofía griega, analiza y comenta los textos de los filósofos de la Grecia antigua.
- Fuentes secundarias son enciclopedias, manuales de consulta, historias generales sobre la materia, documentales, vídeos divulgativos, etc.
- Elige las que mejor entiendas, encajen con lo que ya sabes, te sean más fáciles de manejar sin perder, con ello, rigor.
- Las fuentes primarias son el conjunto de documentos, libros, artículos, etc. de los autores que aportan su visión propia sobre un tema. Por ejemplo, en una investigación sobre la teoría de las Ideas de Platón, las fuentes primarias serían los propios textos de Platón.
Para distinguir buenas fuentes de las que no lo son es útil hacerse las siguientes preguntas:
- Autoría: ¿quién firma o se hace responsable de la información?
- Nos podemos fiar de organismos oficiales, universidades, centros de investigación, revistas especializadas, enciclopedias.
- No debemos fiarnos de sitios web sin copyright, sin autoría, comerciales, con publicidad.
- Actualización: ¿cuándo se ha creado o revisado la información?
- Una fuente fiable indica la fecha de creación o actualización de sus documentos.
- Relevancia: ¿tiene relación directa con tu investigación?
- Cobertura: ¿trata con suficiente profundidad el tema?
- Una buena fuente organiza su contenido en apartados.
- Una buena fuente presenta suficiente información en cada apartado.
- Bibliografía: ¿se basa en otras fuentes fiables?
- Una buena fuente indica las fuentes de las que se sirve y las referencia.
3. ¿Cómo seleccionar, analizar, sacar citas y referenciar los textos?
Sacar notas de las fuentes
Mientras leemos las fuentes que hemos seleccionado es preciso ir sacando notas de todo lo que nos vaya llamando la atención, ya sea porque nos parezca importante, chocante, intrigante, estemos fuertemente en desacuerdo con ello, etc.
Tomar nota consiste en escribir con nuestras propias palabras las ideas que acabamos de leer, así como las opiniones que tenemos sobre ellas o posibles preguntas que nos hayan provocado.
Se pueden seguir los siguientes pasos:
- Escribir en nuestro cuaderno el título del libro que vamos a leer.
- Después de leer algo que consideramos relevante, escribir en el cuaderno la página del libro donde aparece y, a continuación, las ideas tal y como nosotros las hemos entendido sin mirar de nuevo el texto. No se trata de sacar una cita directa, sino de anotar las ideas que nos ha inspirado el texto.
- No preocuparse por la extensión o la corrección sintáctica de lo que hemos escrito. Se trata de anotar nuestras ideas para no olvidarlas, no la redacción definitiva del artículo.
- Tras la sesión de lectura, cerrar el libro y ordenar de manera lógica las ideas anotadas.
- Con el libro cerrado, escribir en el cuaderno un resumen de lo que te haya parecido importante.
Analizar un texto
La lectura de las fuentes puede ser, a veces, difícil. Hay textos muy comprensibles, pero hay otros que necesitamos leer varias veces y despacio para poder entenderlos. No obstante, tanto para los primeros como para los segundos, es siempre útil acercarnos a ellos de una manera analítica.
Analizar un texto filosófico consiste en responder a las siguientes preguntas:
- ¿De qué trata el texto? El tema general, de qué va, sobre qué problema o cuestión versa. Si el texto coincide con un párrafo, el tema debería aparecer en la primera línea.
- ¿Qué dice el texto? La tesis, lo que afirma, lo que defiende el texto. Es decir, la respuesta que da el texto al problema que trata.
- ¿Por qué lo dice? Los argumentos que da para apoyar su postura frente al tema o problema.
- ¿Cómo lo dice? La forma o estructura argumental que el autor le ha dado al texto para hacerlo más comprensible, atractivo o convincente.
- ¿Para qué lo dice? Es decir, cuál es el objetivo que tuvo el autor al escribir ese texto, qué quería conseguir con él: convencer, rechazar, afirmar su acuerdo o desacuerdo con algo, etc.
Una vez analizado un texto ya sabremos muchas cosas:
- Si el tema del texto coincide o no con el de nuestra investigación.
- Si lo que dice es algo original o no, contrario o no a lo que dicen otros autores o nosotros mismos, etc.
- Si los argumentos que da son válidos, sólidos, fuertes, consistentes, razonables, etc., y si coinciden, complementan o contraponen a otros que conozcamos o se nos hayan ocurrido.
- Si la forma de argumentar es atractiva y consigue su objetivo, con vistas a si la podríamos adoptar para nuestro artículo o no.
- Identificar términos técnicos o desconocidos para nosotros que es necesario consultar en un diccionario generalista o especializado. Las diferentes interpretaciones que se han hecho de un término técnico pueden ser objeto de un buen artículo filosófico.
Citar un texto
Para referirnos en nuestro artículo a un texto de otro autor, tenemos que citarlo. Con ello conseguimos dos cosas. Por una parte, no confundir al lector, haciéndole pensar que determinada idea, argumento o incluso palabras literales son de nuestra autoría cuando no lo son. Hay que dejar siempre bien claro lo que decimos nosotros y separarlo de lo que dicen otras personas. Por otra parte, hay que ayudar al lector para que pueda localizar la idea, argumento o palabras textuales en su fuente original. De esa manera podrá contrastar si nosotros hemos sido fieles al recoger las ideas de otro autor y quizá servirse allí de otras que no hemos recogido en nuestro artículo. En definitiva, las citas sirven para prestigiar y hacer confiable nuestro trabajo. A grandes rasgos se puede distinguir dos tipos de citas: las indirectas y las directas.
Las citas directas son las que recogen de forma literal las palabras de una obra. Se utilizan para reproducir una definición exacta o un discurso destacado de un autor. De lo contrario, siempre son preferibles las citas indirectas. Si la cita directa tiene menos de 40 palabras, siempre debe ir entrecomillada. Por ejemplo:
Spinoza está en lo cierto cuando dice que «los hombres juzgan de las cosas según la disposición de su cerebro y que más bien las imaginan que las entienden» (Spinoza, 2000, p. 73), porque si no fuera así…
Si las citas directas tienen 40 palabras o más no van entre comillas, pero sí en un párrafo aparte:
De la misma forma opina Spinoza cuando dice lo siguiente:Estos dichos bastan para mostrar que los hombres juzgan de las cosas según la disposición de su cerebro y que más bien las imaginan que las entienden. Ya que, de haber entendido las cosas, éstas (testigo las Matemáticas), aunque no atrajeran a todos, al menos los convencerían. (Spinoza, 2000, p. 73)Esto supone que…
Las citas indirectas son aquellas en las que reformulamos con nuestras palabras o parafraseamos las ideas que queremos citar. Estas no van entrecomilladas ni en un párrafo aparte, sino que se integran en la propia redacción. Por ejemplo:
Spinoza apunta lo mismo cuando dice que los seres humanos valoramos las cosas siguiendo nuestra imaginación más que nuestro entendimiento, porque, si no fuera así, pasaría como con las matemáticas, con cuyos resultados todos estamos de acuerdo (Spinoza, 2000, p. 73).
Con las citas indirectas podemos enfocar la idea a citar de la mejor manera posible para integrarla en nuestra estructura argumentativa.
¿Cómo referenciar los textos?
Después de cada cita, ya sea directa o indirecta, hay que indicar el origen del texto citado. Hay muchos estilos para hacerlo: el APA, el Harvard, el Chicago, el Vancouver. Algunos utilizan una llamada numérica en el texto para luego poner la referencia a pie de página, mientras que otras introducen esa información en el cuerpo del texto. En los ejemplos de arriba se ha utilizado el estilo APA (American Psychological Association), que consiste en indicar en el texto y entre paréntesis el autor, la fecha de la obra citada y la página donde aparece el texto: (Autor, año, página).
Esas indicaciones precisan, además, de su referencia en una bibliografía. La bibliografía es un compendio de todas las obras citadas en un artículo, que deben presentarse en orden alfabético del primer apellido del autor. Siguiendo las normas del formato APA (7ª edición), las referencias bibliográficas deben seguir esta forma:
- Apellido, A. A. (fecha). Título del libro en cursiva. Editorial.
Por ejemplo:
- Spinoza, B. (2000). Ética demostrada según el orden geométrico. Trotta.
4. ¿Cómo escribir la Introducción?
La Introducción es el esqueleto de un artículo filosófico, porque es donde se expresa de la forma más clara y precisa su estructura. Por eso, es la primera tarea que se debe abordar en la redacción de un artículo. No obstante, la primera formulación que hagamos de la Introducción es normal que sufra variaciones en función de las dificultades que se vayan presentando según avanza la investigación y su redacción. De hecho, lo más rápido y eficiente es no prestar atención a la corrección sintáctica en las primeras versiones de la Introducción, sino concentrarse en la estructura y el orden lógico.
En la Introducción hay que dejar claros los siguientes aspectos del artículo:
- El contexto, la relevancia y la justificación:
- Debemos justificar por qué es importante o interesante plantearse el tema elegido, qué podemos conseguir con ello. La relevancia puede ser histórica, como averiguar el sentido que le da determinado autor a un concepto concreto, o respecto a la actualidad, porque sea un tema que tenga repercusiones hoy en día… También puede ser relevante porque abra otros problemas, porque influya en determinadas personas, etc.
- El estado de la cuestión:
- Debemos hacer referencia a los autores que tienen una opinión importante, interesante, relevante, influyente sobre el tema, diciendo brevemente en qué consiste esa opinión.
- Este punto supone ya cierto manejo de las fuentes primarias, por lo que es normal que sufra modificaciones.
- En los artículos de las revistas más prestigiosas, el estado de la cuestión se refiere a las más recientes investigaciones que se han hecho sobre ese tema hasta la actualidad.
- Debemos hacer referencia a los autores que tienen una opinión importante, interesante, relevante, influyente sobre el tema, diciendo brevemente en qué consiste esa opinión.
- La concreción del tema:
- Debe tener la forma de problema, cuestión o pregunta, es decir, como algo que tiene que ser resuelto o contestado.
- Esa formulación tiene que plasmar los verdaderos intereses personales del autor, algo que realmente le inquiete, sobre lo que sienta una profunda y genuina curiosidad, transformando el tema elegido a su conveniencia, aunque sin salirse completamente de él.
- Tiene que ser redactado de la forma más clara posible. Con ello no solo conseguimos que nuestros lectores lo comprendan, sino que también nos sirve a nosotros a modo de camino del que no debemos desviarnos en nuestra investigación.
- Los conceptos que utilicemos en su redacción deben de ser precisos para no dar lugar a vaguedades o ambigüedades.
- Además debemos expresarlo de forma concisa, con un par de frases, más o menos.
- Hay que tener en cuenta que la mera formulación del tema puede ser la clave del avance en esa materia. El primer paso para solucionar los problemas puede ser plantearlos de manera diferente, cambiar su enfoque.
- Debe tener la forma de problema, cuestión o pregunta, es decir, como algo que tiene que ser resuelto o contestado.
- El objetivo:
-
- Se debe expresar de la manera más clara y concisa posible cuál es la respuesta o solución que vamos a dar al tema propuesto, es decir, nuestra tesis. Por ejemplo, si el tema es la clarificación de un concepto, en este punto debemos decir que en este artículo se va a defender que tal concepto significa realmente tal cosa, al contrario de lo que opina tal o cual autor o al igual que lo que opina tal otro. Si el tema es una confrontación entre varios autores, aquí hay que tomar partido por uno de ellos o por ninguno. El caso es que hay que expresar la posición propia.
- A medida que vamos investigando, puede que nos demos cuenta de que nuestra tesis inicial es incorrecta. En ese caso se puede bien modificar la tesis y argumentar en el desarrollo del artículo por qué no es correcta, bien mantenerla como tentativa y reflejar su incorrección en la conclusión a la vista de los argumentos analizados.
- Hay que tener en cuenta que un artículo filosófico se escribe para llegar a una verdad lo más objetiva posible, no para demostrar que tenemos razón.
-
- La metodología:
- Aquí hay que explicar todo lo que se va a hacer para cumplir el objetivo: el sistema de pensamiento del que se va a partir (por ejemplo, desde el Materialismo filosófico), las bases teóricas y conceptuales que se utilizarán (cómo se va a entender tal o cual concepto, desde la interpretación de qué autor…), qué autores y textos se van a analizar, qué argumentos se van a confrontar, etc.
- En este punto hay que explicitar el esquema o estructura de la argumentación que se va a seguir en el artículo, que coincidirá, más o menos, con el número de apartados de los que constará.
- Por ejemplo, si el tema elegido es El ser humano en Platón y la concreción que le damos es ¿Es satisfactoria la subsunción platónica de la complejidad del ser humano en la noción de alma?, el guion podría ser:
- ¿Qué entendemos hoy en día por ser humano?
- ¿Qué es el ser humano para Platón?
- ¿Qué es el alma para Platón?
- ¿Qué tipos o partes de alma hay, según Platón?
- El alma racional
- El alma irascible
- El alma concupiscible
- ¿Cómo cada tipo de alma platónica da explicación de cada una de las características del ser humano?
- ¿Es completa la explicación platónica del ser humano?
- ¿Es satisfactoria la explicación platónica del ser humano?
- La redacción de este punto no debe ser esquemática, sino que hay que redactar la sucesión de pasos que se van a seguir en el artículo.
- Por ejemplo, si el tema elegido es El ser humano en Platón y la concreción que le damos es ¿Es satisfactoria la subsunción platónica de la complejidad del ser humano en la noción de alma?, el guion podría ser:
5. Del borrador de la Introducción a la conferencia filosófica
Los primeros borradores de la Introducción sirven de marco para una breve comunicación o conferencia ante la comunidad filosófica. Esta contribuye con sus apreciaciones y opiniones a la mejora del artículo, señalando incorrecciones, inconsistencias, nueva bibliografía, etc.
6. ¿Cómo escribir el Desarrollo del artículo?
Se pueden distinguir tres fases o pasos en la redacción del desarrollo de un artículo: la producción, la edición y la revisión.
La producción
En la producción se trata de poner por escrito todas las ideas referentes a cada apartado que queramos expresar, es decir, el contenido de nuestro pensamiento.
- No hay que prestar atención a la corrección sintáctica ni ortográfica.
- Se deben escribir unas 10 o 15 frases, no importa de qué tamaño.
- Hay que seguir el orden lógico que tengamos en la cabeza. Luego habrá tiempo para reordenarlas.
- Se pueden ir usando las notas de las fuentes consultadas, incluso introduciendo citas.
La edición
En la edición se trata de prestar atención a la forma de expresión de las ideas que ya hemos expuesto para hacerlas más claras y accesibles posible a nuestros lectores.
- Hay que tener en cuenta que cada párrafo contiene un pequeño tema y cada frase u oración, una idea.
- Hay que tener en cuenta que los párrafos también tienen una estructura interna:
- Introducción:
- en las primeras líneas de cada párrafo hay que decir de qué va y cómo se relaciona con el párrafo anterior. Por ejemplo:
- oponer una idea con la vista en el párrafo anterior
- ejemplificar lo dicho en el párrafo anterior
- sacar una conclusión
- deducir algo del párrafo anterior
- profundizar en un aspecto del párrafo anterior
- generalizar una idea del párrafo anterior
- exponer la siguiente idea de una enumeración.
- en las primeras líneas de cada párrafo hay que decir de qué va y cómo se relaciona con el párrafo anterior. Por ejemplo:
- Desarrollo:
- en el cuerpo del párrafo hay que exponer los argumentos, explicarlos, citar las fuentes y explicarlas para que se entienda qué tienen que ver o cómo ayudan a lo que estamos argumentando
- hay que exponer los pros y los contras de cada argumento
- los argumentos deben seguir una secuencia lógica.
- Hay que tratar de explicar completamente todas nuestras ideas, sin dar nada por supuesto o entendido
- hay que utilizar la primera persona del singular para expresar las propias ideas y la tercera persona para las ideas de otros autores.
- hay que tratar de que la prosa sea clara, fluida y precisa:
- es conveniente hacer frases cortas y simples (sujeto, verbo y predicado).
- es conveniente evitar la concatenación de conjunciones, coordinaciones y subordinaciones.
- es conveniente evitar las frases hechas.
- respecto a la precisión:
- hay que buscar las palabras exactas.
- no hay que hacer oraciones imprecisas o vagas.
- no hay que aportar datos sin especificar la fuente.
- no se puede utilizar fuentes sin referenciar.
- Hay que buscar la concisión y brevedad.
- Es decir, hay que ir al grano y no contar cosas que no vienen a cuento o repetir varias veces de forma diferente lo ya dicho.
- en el cuerpo del párrafo hay que exponer los argumentos, explicarlos, citar las fuentes y explicarlas para que se entienda qué tienen que ver o cómo ayudan a lo que estamos argumentando
- Conclusión:
- al final de cada párrafo hay que hacer un breve resumen de lo argumentado en ese párrafo y exponer la conclusión a la que se ha llegado.
- Introducción:
- Una vez tengamos todos los párrafos escritos, hay que organizarlos de manera lógica. Es muy importante decidir la secuencia lógica de los párrafos para expresar claramente los argumentos que se quieren defender.
La revisión
Al revisar nuestro artículo tenemos que prestar atención a todos los posibles errores o desajustes que se nos hayan podido pasar por alto.
- Hay que mirar de nuevo el orden tanto de las ideas como de los párrafos a través de los cuales exponemos nuestros argumentos.
- Hay que fijarse en que:
- no haya citas en la introducción ni en la conclusión del artículo
- que no haya citas al final de ningún párrafo
- que no haya citas sin referenciar o explicar
- que nuestra interpretación sea fiel a lo que dicen los autores citados.
- Hay que revisar la redacción en sus aspectos gramaticales y ortográficos.
- Finalmente hay que preguntarse si en el artículo realmente se demuestra lo que se pretendía.
7. ¿Cómo escribir la Conclusión del artículo?
La Conclusión de un artículo filosófico sirve para mostrar de qué manera los argumentos que se han dado en el Desarrollo demuestran la tesis que hemos aventurado en la Introducción. Para ello es preciso recoger las conclusiones parciales a las que se ha llegado en cada párrafo y en cada apartado.
8. ¿Cuáles son los últimos pasos a dar antes de enviar nuestro artículo?
Antes de enviar el artículo a una revista debemos hacer otras dos cosas:
1. Redactar las partes del artículo que nos quedan:
-
- Título: tiene que ser breve y lo suficientemente explicativo del tema que se va a tratar.
- Resumen o abstract: expresar en pocas líneas el tema del artículo, qué se va a defender en él y de qué manera, utilizando qué recursos o fuentes.
- Elegir las palabras clave: el conjunto de palabras que aparecen en nuestro artículo y que permitirían identificarlo y distinguirlo de los demás.
- Referenciar bibliográficamente todas las fuentes que hemos utilizado para escribir nuestro artículo.
- Hay que seguir las normas de citación y referenciación que nos diga la revista.
2. Formatear el artículo según los requisitos que haya indicado la revista:
-
- Revisar el número de palabras (entre 2000 y 2500 en este caso).
- Tipo y cuerpo de letra (por ejemplo Times New Roman 12 o Arial 11)
- Tipo de interlineado (1,5 o doble)
- Márgenes (por ejemplo, 2,5 cms a los lados y arriba y abajo)
Cargando...